El Manchester City de Josep Guardiola se presenta como favorito ante el Chelsea de Thomas Tuchel en la final de la Liga de Campeones. El encuentro tendrá lugar el sábado en Oporto pero el pulso entre estos dos equipos ingleses promete en cualquier caso emociones fuertes.
Esta final debía haberse disputado en Estambul, pero la pandemia del covid-19 y las restricciones vigentes motivó el cambio de sede. El escenario será entonces el estadio del Dragón de la segunda ciudad portuguesa.
En la grada, eso sí, podrá haber sabor al viejo fútbol. Después de meses de gradas vacías, 16.500 aficionados, de ellos 10.000 procedentes de Reino Unido, podrán asistir en vivo a esta final.
Los dos finalistas formaban parte del proyecto fallido de una Superliga europea, que generó una enorme polémica, pero pronto se desligaron y volvieron a la disciplina de la UEFA.
En Portugal, bajo un cielo Sky Blue o Blue, el fútbol intentará ganar a cualquier atisbo de polémica y pasar la página definitivamente de aquel episodio incómodo.
Para el Manchester City, este partido con el Chelsea es una cita con la historia. El equipo sueña con convertirse en el club número 23 en conquistar el trofeo más preciado del fútbol europeo.
Para Guardiola sería la recompensa a un ciclo de cinco años, que pese a 10 títulos en torneos nacionales parece inconcluso si no se corona con la Champions.
El técnico catalán ya llevó al Barcelona al título en 2009 y 2011, pero en la última década acumula decepciones en Europa. Especialmente desde que se hizo cargo del City, al perder ante el Mónaco (octavos, 2017), el Tottenham (cuartos, 2019) y el Lyon (cuartos, 2020).
Entre nuevos ricos
«Varias cosas importantes cambiaron desde esas derrotas. Somos más estables, nos hacen menos ocasiones», analiza el mediocampista Ilkay Gündogan.
Esta temporada el fichaje para el centro de la defensa del portugués Ruben Dias dio solidez al equipo.
La eclosión del joven Phil Foden (20 años) hizo olvidar que el argentino Sergio Agüero, el máximo goleador de la historia del Manchester City, cierra una larga etapa después de la final.
El Manchester City impresionó desde diciembre y esta temporada ganó ya la Premier League y la Copa de la Liga inglesa.
Los riquísimos propietarios emiratíes del City ven ya muy cerca la conquista del torneo que les obsesiona desde que llegaron a la entidad en 2008.
Su homólogo del Chelsea, el empresario ruso Roman Abramovich, ya sabe lo que es ganar el título europeo, ya que los londinenses lo consiguieron en 2012.
Los Blues, comprados en 2003, se convirtieron entonces en el primer club nuevo rico en ganar la Liga de Campeones.
Nueve años después, el Chelsea puede lograr su segunda corona en el gran torneo. Mientras cuentan las horas para la final, sus aficionados buscan puntos en común entre la generación actual y aquel grupo triunfador de Didier Drogba.
Precedentes cercanos
Como en 2012, antes de medirse entonces en la final al Bayern en Múnich, el Chelsea no se presenta como favorito.
«Somos quizás el outsider. Pero esto se decide en un partido», reta el mediocampista Mateo Kovacic.
Otra similitud con aquella temporada 2011-2012 es que el Chelsea tuvo un cambio de entrenador a mitad de temporada.
Tuchel sustituyó en enero a Frank Lampard. Entonces fue el italiano Roberto Di Matteo el que hizo campeón a los londinenses tras reemplazar a André Villas-Boas.
Pese a ciertos síntomas de agotamiento en esta recta final de curso, con tres derrotas en sus cuatro últimos partidos, el Chelsea tiene la confianza fuerte por ganar al Manchester City dos veces en las últimas semanas. Estas fueron el 17 de abril en la Copa de Inglaterra (1-0) y luego el 8 de mayo en la Premier League (2-1).
«Esto es otra competición», advirtió Guardiola.
«El City es la referencia. Es quizás el mejor equipo del mundo en este momento», estima Tuchel.
El sábado en Portugal, solo uno de los dos será el triunfador.