Luis Suárez, cuestionado en los últimos tiempos por el público del Camp Nou, silenció a sus críticos con una reacción escandalosa marcada por un doblete mágico contra el Inter con el que se llevó el duelo de charrúas frente a Diego Godín.
La segunda jornada de la fase de grupos de la Liga de Campeones emparejó a dos amigos y rivales desde hace años. Compañeros de la selección, Luis Suárez y Godín se vieron las caras un año más, pero en esta ocasión con colores distintos a los del Atlético de Madrid que hasta el curso pasado lucía el central del cuadro italiano.
El historial de enfrentamientos entre ambos es amplio y casi siempre a favor de Luis Suárez.
En total, acumulan entre Liga, Liga de Campeones y Copa del Rey catorce duelos. En ellos, contando con el doblete ante el Inter, el delantero azulgrana acumuló 12 dianas y nunca perdió ni en Liga ni en Copa.
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Pero tenía una espina clavada, la de los cuartos de final de la Liga de Campeones de la temporada 2015/16, en la que el Atlético ganó al Barcelona y alcanzó las semifinales para gloria de Godín.
En competencias europeas, Suárez fue derrotado por su amigo y nunca le había superado. Hasta este miércoles.
Luis Suárez tenía una pequeña cuenta pendiente con el central charrúa. Y también consigo mismo. Su inicio de curso no era el mejor del que se espera del delantero del Barcelona. Ante el Inter, las críticas de su público llegaron en el primer tiempo.
Los pitidos se escucharon por el Camp Nou por culpa de la gran primera parte del equipo de Godín, que se marchó al descanso por delante en el marcador con un tanto del argentino Lautaro Martínez.
La exhibición del conjunto italiano provocaba una olla a presión que se cocinaba contra Suárez y que estaba a punto de explotar. Como en encuentros anteriores.
De hecho, Luis Suárez ya fue silbado en el juego de Liga contra el Villarreal. Escuchó pitidos de su público durante el partido y cuando fue sustituido por Ansu Fati en el minuto 78.
Una jornada después, mostró síntomas de mejoría en el Coliseum Alfonso Pérez, con un tanto decisivo en la victoria 0-2 frente al Getafe.
Pero ante el Inter, el «Pistolero» reaccionó del todo. Calló muchas bocas y evitó una noche aciaga para el barcelonismo. Inició la remontada de su equipo con un golazo de volea a los 58 minutos y la culminó con el tanto de la victoria a seis minutos para el final. Y, como testigo de lujo de su hazaña, estaba presente Godín.
«Me caracterizo por trabajar y por no bajar nunca los brazos», dijo Suárez orgulloso después del partido. Y es que, con ese trabajo incansable, cambió la música de viento en forma de silbidos por aplausos y alabanzas. El futuro del ariete charrúa ahora tiene otro color. Ya no es tan negro como hace pocas fechas.
Y el principal damnificado fue Diego Godín, que en el Inter dirige con poderío una defensa que solo ha encajado dos tantos en la Liga italiana. Los mismos que le marcó en 90 minutos
Luis Suárez, que cuatro temporadas después se vengó del Faraón y le devolvió aquella derrota europea en cuartos de final de la Liga de Campeones.
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