La Eurocopa, que comienza este viernes en Roma con el duelo inaugural Italia-Turquía, se prepara para ser una fiesta del fútbol europeo, con estadios parcialmente abiertos al público pero también con prudencia ante la pandemia de covid-19.
Este torneo debía haberse disputado en 2020, pero el coronavirus obligó a retrasarlo un año y, en cierta medida, ha condicionado la puesta a punto para esta edición de 2021.
España y Suecia, que se enfrentan el lunes, se han visto salpicados por controles positivos en los últimos días, lo que ha supuesto un recordatorio de que en cualquier momento puede haber sobresaltos tras los test PCR, pese a los protocolos preventivos.
Expectación en Italia
La meta para los organizadores es la final de Wembley, en Londres, el 11 de julio. Allí la UEFA espera una presencia más amplia de público, para coronar un torneo que se disputa en un formato inédito, repartido en once ciudades-sede de diferentes países, lo que supone un reto logístico especialmente con la situación sanitaria actual.
«¡Comienza!», coincidieron este viernes The Times y The Guardian en Gran Bretaña sobre el esperado evento, mientras que el diario español Sport optó por «La Eurocopa de las estrellas».
«Abajo las mascarillas», se atrevió a titular Le Corriere dello sport. «No es una invitación a la transgresión, sí a mostrar la cara más auténtica y nueva del país, así como la del equipo nacional que le representa», matizó.
Le Corriere della Sera habla de «un país con un gran necesidad de estar finalmente contento». «No será un torneo como los otros, habrá problemas a resolver, pero otros aspectos serán más bonitos», añadió.
El estadio Olímpico de Roma podrá albergar este viernes entre 15.000 y 16.000 espectadores, 25% de su aforo total.
En la capital italiana, dos pantallas gigantes se han colocado en la Piazza del Popolo, así como otras instalaciones destinadas a los fans, deseosos de recuperar las sensaciones del viejo fútbol después de más de un año relegados a ver los partidos por televisión.
En el terreno de juego, la Azzurra espera poder responder a las expectativas crecientes que se han generado.
«Hace un año que esperamos comenzar esta aventura. Tenemos que luchar para devolver a Italia al lugar que merece», asegura el defensa Leonardo Bonucci.
Será el primer gran torneo internacional para Italia en cinco años, después de haber fracasado en la clasificación al Mundial-2018. Esa decepción parece ser cosa del pasado e Italia lleva una racha de 27 partidos sin derrota.
El partido entre italianos y turcos se verá precedido de una ceremonia de apertura, simplificada por el contexto sanitario y animada por el tenor Andrea Bocelli. Contará también con una «performance» virtual de Martin Garrix, Bono y The Edge.
Tensiones entre Moscú y Kiev
Las leyendas italianas del «Calcio» Alessandro Nesta y Francesco Totti participarán en esa apertura entregando el balón de la Eurocopa, bautizado como «Uniforia» («unión» y «euforia»).
Frente a estas buenas intenciones, los días previos a que el balón eche a rodar estuvieron marcados por el anuncio de test positivos al covid-19 y por una polémica político-diplomática entre Rusia y Ucrania.
Moscú protestó por la equipación deportiva de la selección ucraniana, al considerar que incluye elementos «políticos» (un mapa y lemas patrióticos). La UEFA pidió el jueves la modificación de la misma y Kiev respondió asegurando que negociaba con el organismo europeo para no tener que introducir cambios en su camiseta.
Ucrania arranca en el torneo el domingo, ante Holanda en Ámsterdam. Rusia lo hará el sábado, recibiendo a Bélgica en San Petersburgo.
España tiene que esperar al lunes para debutar, contra Suecia. Cada uno de los dos equipos comunicaron en los últimos días dos positivos al covid, aunque el jueves se señaló que el español Diego Llorente dio negativo en un nuevo test y se apuntó a un posible «falso positivo».
Habrá que esperar al martes para ver el gran duelo entre Alemania y Francia en Múnich, dentro del «Grupo de la Muerte».
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