La semana pasada, el grupo de WhatsApp del primer equipo de Barcelona, exclub de Messi, tenía poca actividad. Nada raro, mientras esperaban que se incorporaran el resto de los jugadores, todavía de vacaciones. La espera, sin embargo, tenía una sola expectación: ¿Cuándo firmaría su contrato Lionel Messi? “Estábamos tranquilos, todos pensábamos que se iba a quedar”, cuenta uno de los azulgrana. El primero en enterarse de que el Barça le soltaba la mano al argentino fue Sergio Busquets, segundo capitán, uno de los más cercanos al rosarino en el plantel. El viernes por la tarde, Busquets pasó por la casa del rosarino en Castelldefels y se encargó de trasladar el mensaje al resto del grupo. “Fue un shock. Estamos muy mal”, comentan las mismas fuentes.
Joan Laporta, el presidente de Barcelona, fue a visitar al plantel a la Ciudad Deportiva. Pero no solo compareció para explicarles el adiós de Messi y para explicar la complicada situación económica que atraviese el club. Tenía algo que pedirles: “Hablen con sus agentes, Piqué ya fue ejemplar y se bajó el salario. Ahora les toca también a ustedes”. Y miró a Busquets, Alba y Sergi Roberto. Se dieron cuenta, en ese momento, de que ya no había vuelta atrás: Leo Messi se marchaba del Camp Nou. “Es un golpe grande para nosotros. Estamos decepcionados con el presidente”, concluyen desde el vestuario. Pero el golpe mayor se dio cuando el viernes el argentino decidió abandonar el grupo de WhatsApp del equipo.
Todos estuvieron presentes en el acto de despedida de Messi en el Camp Nou. Lloró Piqué, sorprendió la emoción de Ter Stegen, que había tenido más de un desacuerdo con el rosarino. “Aunque de vez en cuando no compartimos la misma opinión, siempre fuimos hacia la misma dirección y cada uno de nosotros creció como persona más allá de ganar o perder”, publicó el alemán en su cuenta de Instagram. “El ambiente en el vestuario en el Gamper era de mucha tristeza. Normal, ¿no? Se fue Leo”, comentaba un empleado de Barcelona. La desazón del grupo azulgrana, contrasta con la alegría en PSG.
Uno de los primeros en comunicarse con Messi fue su amigo Neymar. “¿Quieres la 10?”, le preguntó el brasileño. El rosarino se negó. “Back together” (de nuevo juntos), celebró Neymar. En el PSG le dieron dos opciones: la camiseta con el número 30, con el que debutó en el Barça; y la 19, la que uso en su primera temporada como jugador del primer equipo azulgrana. La reacción de Neymar no llamó la atención de nadie en París. Tampoco la felicidad de Di María y Paredes, sus compañeros en la selección de la Argentina. Todos habían estado juntos en una cena en Ibiza la semana pasada. “Dale, venite al PSG”, le pidieron cuando nadie sospechaba la maniobra que se estaba elucubrando en Barcelona.
La sorpresiva reacción de Ramos
Sí sorprendió, sin embargo, la reacción de Sergio Ramos. Histórico enemigo del 10, su gran rival en los clásicos más ásperos de la Liga, el defensor andaluz no tardó en ponerse en contacto con el argentino. “Si tu familia y tú prefieren estar en una casa antes de que en un hotel, pueden quedarse en la mía”, le ofreció el excapitán de Real Madrid. “Sergio admira y respeta mucho a Leo. Antes, la situación era la que era, ahora lo defenderá como a uno de los suyos”, aseguran desde el entorno del central. La ronda de agasajos había comenzado el viernes, cuando el entrenador de PSG, Mauricio Pochettino lo llamó para abrirle las puertas del Parque de los Príncipes.
“Se encontrará con un grupo muy bueno. Además de sus amigos, también están Keylor, Ander Herrera… Es un vestuario en el que se habla castellano. Si ya se hablaba en la época de Tuchel, imagínate desde que está Pochettino”, explicó un empleado del PSG. “Es una ciudad de quesos, de comida, de arte y de cultura. Para deportes, el rugby. Lo último es el fútbol. Aquí pierdes tres partidos y nadie te parará en la calle para insultarte. Tu familia y tú se adaptarán sin problemas”, le explicó Leonardo, el director deportivo, a los Messi. En cada partido del PSG, para evitar robos, el club coloca seguridad en las casas de los jugadores.
La entidad de París se está encargando de conseguir una casa para Messi y también de buscarle colegio para sus tres hijos, Thiago, Mateo y Ciro. “Con toda la fuerza hacia una aventura nueva los cinco”, publicó su esposa Antonella, en Instagram. Pepe Costa, hasta la última temporada jefe de la oficina de atención al jugador de Barcelona, sombra de Messi en cada viaje, también se sumará al núcleo duro del argentino en París. No le faltará apoyo en el PSG.
Messi inicia un nuevo camino en Francia. El viernes dejó el grupo de WhatsApp de Barcelona.