Julio Mayora quería ser futbolista mientras corría detrás del balón en el pueblo costero en el que creció en Venezuela, pero todo cambió el día en el que conoció a su entrenador. Si elegía la halterofilia, iba a ser un campeón, le prometió.
La profecía de Oswaldo Tovar, que lo descubrió cuando era un niño y que todavía dirige sus duras rutinas de gimnasio, se cumplió: Mayora, convertido en medallista olímpico, llega a los Juegos Panamericanos de Santiago-2023 como una de las cartas ganadoras de Venezuela.
La vista está puesta en los Juegos Olímpicos de París-2024, con la ambición de regresar al podio.
Mayora ganó la presea de plata de la categoría de 73 kg en Tokio-2020 con marca de 346 kg, 156 en el arranque y 190 en el envión. Fue un triunfo que celebró con un salto mortal hacia atrás con el que descargó toda la presión que cargaba sobre sus anchas espaldas.
Coronaba de ese modo un ciclo en el que rozó la perfección, pues había monopolizado todos los oros posibles en su categoría en los eventos previos de Venezuela: Bolivarianos, Suramericanos, Centroamericanos y del Caribe, y Panamericanos.
Nada más el chino Shi Zhiyong, plusmarquista mundial y bicampeón olímpico, pudo doblegarle.
«Vengo más motivado», advirtió este deportista hace unos días a la AFP antes de una sesión de entrenamientos en Caracas. Mayora tiene la esperanza de completar, esta vez sí, el ciclo dorado de principio a fin.
Las cosas van bien para este hombre criado en el humilde barrio de Santa Eduvigis, en Catia La Mar (estado La Guaira, centro-norte). Ha vuelto a acaparar los oros en los Bolivarianos, los Suramericanos y los Centroamericanos y del Caribe. Ahora tiene altas probabilidades de revalidar su título en los Panamericanos.
Un gimnasio para los chamos
Padre de dos hijos, una niña y un niño de meses de los que habla con una sonrisa, Mayora tiene una obsesión que va más allá de ampliar su numerosa colección de medallas. Quiere abrir un gimnasio en el que pueda hacer por jóvenes aspirantes a atletas lo que Oswaldo Tovar hizo por él hace más de 15 años.
«Mi sueño es tener un gimnasio en La Guaira, ir a los barrios, buscar a esos niños que me dicen: ‘Julio, quiero ser como tú'», cuenta. «Nosotros en La Guaira tenemos un espacio muy pequeño (para formar pesistas), no tenemos ese gimnasio adecuado».
Su vínculo con sus orígenes es fuerte.
«¡Vamos, Julio!», gritaban a todo pulmón decenas de vecinos de Santa Eduvigis que veían en una pantalla gigante su actuación en Tokio, a más de 14.000 kilómetros de distancia.
«Su país y su comunidad están muy contentos con sus logros. Siempre sabíamos que sería nuestro campeón y nunca dudamos de él», relató entonces su esposa, Yzaura Hernández, a la web de noticias local Efecto Cocuyo.
«Estamos cerca»
Mayora sabe que tiene grandes rivales por delante en su búsqueda del ciclo olímpico perfecto en París-2024, comenzando por el propio Shi Zhiyong.
Otro pesista chino, el campeón mundial Wei Yinting, y el tailanés Weeraphon Wichuma se perfilan igualmente como adversarios muy exigentes para el venezolano.
«Todos estamos cerca, peleando las medallas entre oro, plata y bronce«, resalta, no obstante, con confianza.
Y espera que las lesiones, como hasta el momento, sigan al margan.
«Siempre en las competencias soy demasiado positivo, no estoy pensando: me voy a lesionar (…). Nada de eso pasa por mi mente».