Ajeno a una realidad global, el gobierno de Nicaragua que encabeza el despótico Daniel Ortega relativiza la pandemia del coronavirus. Las medidas preventivas que toma son mucho más laxas y menos restrictivas que en el resto del mundo. No se declaró la cuarentena ni las fronteras fueron cerradas. La información oficial del regimen de Ortega en el manejo de cifras indica que sólo hay dos infectados de coronavirus, ambos estables. Pocos creen que el panorama sea tan benigno. «Supuestamente hay más contagiados, pero los están ocultando, quizá para no alarmar. Un compañero nuestro que tiene familiares que trabajan en un hospítal dice que hay más contagiados», expresa Leandro Figueroa , futbolista argentino del equipo Walter Ferretti , de la primera división nicaragüense, en diálogo telefónico con LA NACION .
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El fútbol forma parte de esta ficción en el país centroamericano. La competencia no fue interrumpida y la Liga Primera es la única que se disputó el fin de semana en todo el continente americano. Una excepción que va adquiriendo carácter mundial, ya que Australia, uno de los pocos torneos que se mantenía en pie, fue suspendido el domingo. Birmania (Asia) es otro país que se resiste a parar la pelota. «La gente va con barbijos, está precavida por sí misma. El virus recién está llegando a Nicaragua y hay miedo por lo que pasa en el resto del mundo», contó Figueroa.
Pedido desestimado
En la Nicaragua de Ortega fue desestimado el pedido de los futbolistas de frenar la actividad. La única precaución que se adoptó fue la de jugar a puertas cerradas, sin público. Como medida de protesta, los jugadores de Diriangén , puntero del torneo, posaron con barbijos, guantes y separados a un metro de distancia en la foto previa al triunfo 2-0 sobre Ocotal.
«Es increíble que se siga jugando. La decisión la tomó la Liga con el consentimiento de los dirigentes de los clubes. De los 10 equipos que participan en el torneo, sólo las autoridades de Diriangén se opusieron. Los otros nueve acataron», agregó Figueroa, volante ofensivo de 26 años, que estuvo en Vélez hasta la cuarta división, debutó en la primera de Newell’s con Alfredo Berti, pasó por Central Córdoba de Rosario e incursionó durante un año en el amateurismo con Provincial de Salto Grande antes de que un contacto de un amigo le consiguiera esta oportunidad en Nicaragua.
De acuerdo con el relevamiento que hace la cuenta @FutbolistasAXEM (argentinos por el mundo), además de Figueroa, hay otro compatriota en la primera división de Nicaragua: Luis Acuña (Real Estelí). Otros dos juegan en el ascenso: Tomás Buenrostro (Mina El Limón) y Miguel Ángel Pucharella (H&H Export Sebaco).
El uruguayo Bernardo Laureiro (Diriangén), que lleva cinco temporadas en el fútbol nicaragüense y fue considerado el mejor extranjero, fue uno de los más radicalizados en las redes sociales: «Los clubes pasan muchachos, la salud nuestra no, la de nuestros hijos no. No quiero jugar y no entiendo a mis colegas que no dicen nada. Somos nosotros los protagonistas nadie más. Si un plantel tiene 30 jugadores y los 30 le dicen que no quieren jugar, no se juega y listo».
Ante la imposibilidad de crear un movimiento que forzase la paralización del fútbol, Laureiro pidió perdón por haber tenido que jugar el último sábado.
Amenazados
Aunque no lo admitan públicamente por temor a represalias, los futbolistas fueron obligados a seguir jugando bajo amenazas y extorsiones. Más de uno escuchó de los dirigentes que si se declaraban en rebeldía pasaran a firmar la rescisión del contrato . «Los clubes más importantes aquí, los que siempre pelean por el título, son Diriangén, Estelí, Ferretti y Managua. Estelí es el que mejor paga, entre 3000 y 5000 dólares por mes a algunos jugadores. Los demás cobramos menos. El fútbol te da un nivel de vida medio, normal. El costo de vida es barato, no es caro como en la Argentina.Yo iba a entrenarme en bus, soy sencillo, pero ahora estoy yendo con mi auto porque los buses van repletos y es un riesgo estar en contacto con otras personas», agregó Figueroa, que vive en la capital Managua, acompañado por su esposa, una hija de cuatro años y un bebé nicaragüense de cuatro meses.
Mantener el calendario futbolístico, como los de otras actividades, pasa más por la pretensión gubernamental de Ortega de no alterar el ritmo de vida habitual que por no quitarle a la gente su deporte favorito. El beisbol es más popular que el fútbol en Nicaragua, que nunca se clasificó para un Mundial y ocupa el puesto 151° en el ranking FIFA. «El beisbol es el deporte madre acá, de lo que más disfruta la gente. Después sigue el fútbol, casi en un mismo nivel que el boxeo», comentó Figueroa, nacido en Granadero Baigorria (Santa Fe).
Mientras el gobierno de Ortega prepara actos multitudinarios para Semana Santa, la iglesia católica denuncia desinformación oficial sobre el coronavirus y exhorta a sus feligreses a quedarse en casa. Empresarios y productores ya le empezaron a reclamar al régimen sandinista medidas de alivio fiscal ante una merma de la actividad económica. El coronavirus desató en Nicaragua una dualidad poco menos que única en el mundo: relativismo estatal y alarma social.