En un día caluroso, Antonio Barbosa, actual DT del Petare FC, realizó una prueba de futbolistas en Guarenas, estado Miranda. Allí descubrió a un grupo de jugadores que le pareció interesante. Tiempo después, cuando llegó a la categoría sub-16 de Estudiantes de Caracas, se percató de que necesitaba un defensor central. ¿Y qué hizo? Se acordó de la lista que sacó aquella jornada y un nombre resaltó: Williams Velásquez.
Era una oportunidad importante para el novel zaguero. Lo que él nunca pensó es que le iba a cambiar la vida para siempre. Lo que sí sabía era que debía aprovecharla. Así lo hizo. Tuvo un buen rendimiento y llamó la atención de Rafael Dudamel, quien requería de un central perfil zurdo o que lo manejara bien. Y después de tanto trabajo y sacrificio, llegó la convocatoria a un módulo de la selección. Tampoco lo desaprovechó y de ahí en adelante, fue inamovible.
Siguió atravesando las puertas que se abrían en el camino. Se convirtió en una pieza clave de la Vinotinto y es subcampeón del mundo. El pasado lunes, lo recibieron como un héroe. “Estoy asombrado, orgulloso. Le dimos una alegría al país que tanto lo necesitaba. Llegamos a la final de un mundial. Eso fue histórico”, contó Velásquez.
Fue uno de los bastiones de la selección en el fondo, al jugar 600 minutos repartidos en seis partidos. “Dudamel nos pedía que jugáramos con personalidad, saliendo desde el fondo jugando con calidad. Eso fue parte de nuestro día a día, que nos permitió tener la jerarquía para hacerlo”, dijo.
Y viajará en un par de semanas para presentarse con el Udinese de Italia. “Me tendría que presentar allá a final de mes. Es una experiencia muy bonita, como ir a un mundial o un torneo suramericano. Es el sueño de todos y para eso trabajamos”, culminó.