El estadio nacional de fútbol de Irán, llamado Azadi, significa «libertad». Un nombre con cierta ironía para las mujeres de ese país, que tuvieron que esperar 37 años para ingresar a ver un partido. No se dio entre 22 jugadores corriendo en ese terreno de juego, pero sí fue para observar a su seleccionado en pantalla gigante, en el evento más importante del fútbol: la Copa del Mundo.
Así, por primera vez desde el 5 de octubre de 1981, las mujeres iraníes accedieron a las tribunas de la cancha en Teherán y disfrutaron del espectáculo a pesar de la caída de su equipo 1-0 contra España.
Con la apertura de las puertas a las 18:30 (hora local), se permitió el acceso de unas 10.000 personas y el público debió comprar su entrada mediante internet, al precio de 150.000 riales. Samia, una de las mujeres que ingresó, se expresó en Twitter mientras subía una imagen del interior del estadio. «Estoy llorando de forma ridícula». No resultó la única. «Llevo una hora llorando. En este país es difícil estar feliz. Voy a volver al estadio», escribió Negar.
«Esto es muy importante para Irán, pero no tenemos claro si va a ser regular y se va a permitir en la liga local», asegura a La Nación desde Teherán el periodista Sobhan Hassanvand. «Fue algo histórico, vi los rostros de las mujeres extremadamente felices», agrega.
La prohibición para acceder a los estadios fue impuesta hace 38 años tras la Revolución Islámica de 1979. El actual presidente de Irán, Hassan Rohani, se mostró a favor de flexibilizar la medida, pero se topa con la resistencia del poderoso clero. Así, las protestas y el debate en torno a la prohibición crecieron en el último año.
En especial, tras el partido por la clasificación al Mundial de Rusia 2018 jugado el 5 de septiembre del año pasado ante Siria en el estadio Azadi, donde se permitió la asistencia de mujeres sirias, pero no iraníes. El Parlamento iraní habló entonces de una «lamentable discriminación».
En un primer momento, se puso en duda el evento en Teherán. Un fuerte dispositivo policial impidió el acceso de las mujeres, después de las presiones recibidas por el sector más ultra del islamismo. Inclusive varias chicas expresaron su rechazo a la medida en Twitter, mientras aguardaban en la fila de ingreso a la cancha. «Se cancela la retransmisión del partido entre Irán y España en el estadio Azadí», informó la agencia Tasnim, vinculada a la Guardia Revolucionaria. Sin embargo, luego dieron marcha atrás y en un ambiente familiar los iraníes pudieron gozar el espectáculo.
A 3.000 kilómetros de Teherán, la situación es diferente. Cuatro años después de asistir a Brasil 2014, la Copa del Mundo en Rusia permite a las mujeres iraníes disfrutar del fútbol en los estadios. De hecho, en la victoria sobre Marruecos en el primer cruce de Irán en este Mundial, en una de las tribunas de la cancha de San Petersburgo apareció una bandera que decía: «Ayuden a las mujeres iraníes a entrar a los estadios».
Hace algunos días, hombres y mujeres se agruparon en los bares de Teherán y festejaron juntos la primera victoria de Irán en un Mundial después de 20 años. Luego esa fiesta se trasladó a las calles de la capital.
En abril del año pasado, ocho mujeres fueron arrestadas por ingresar al estadio Azadi para ver un partido vestidas con ropa de hombres. Hasta Joseph Blatter, en 2015, le pidió a Irán que pusiera fin a la exclusión de las espectadoras femeninas. En un fútbol bajo censura, hasta ayer se limitaban a celebrar los triunfos en la calle. Al menos, el deporte más popular en Irán tuvo un gran avance.
Mientras el clero insiste en que las mujeres no tienen nada que hacer en los estadios de fútbol, donde se teme además que puedan ser víctimas de abusos verbales y físicos de los hombres, ellas ya ganaron otra batalla. Una más. Poco les importó el tanto de Diego Costa. Su alegría pasó por otro lado, por un gol mucho más importante.