Aunque la práctica de Perú se había anunciado a puertas cerradas, un centenar de compatriotas se acercaron al Arena Jimki, a 20 kilómetros de Moscú, para ver pasar a los jugadores. Para Miguel F, uno de los presentes, se trató de una pequeña locura adentro de otras más grandes, como haber engordado 25 kilos en tres meses para comprar una entrada de discapacitados.
Entre los 43.582 peruanos que consiguieron entradas para Rusia 2018, y que según datos de la FIFA convirtieron a su país en el octavo que más compraron, cada hincha vivió su propia odisea. La de Miguel F., limeño de 24 años de edad, fue exponerse a un significativo cambio de su cuerpo. Y, en cierto modo, a poner en riesgo su salud.
“Las entradas se acabaron enseguida, y yo no podía quedarme afuera del Mundial . Me había jurado venir a Rusia», dijo Miguel.
“Lo único que quedaban, en la web de la FIFA, eran entradas para discapacitados. Me fijé cuáles eran los requisitos: estar en sillas de ruedas, algo específico para mujeres y sufrir de obesidad mórbida, 35 de IMC, el índice de masa corporal. Me fijé la mía, estaba en 30 e hice cuentas. Debía subir 25 kilos”, relató Miguel.