Rafael Nadal resolvió por partida doble y con Marcel Granollers en el último encuentro selló el triunfo de España contra Argentina por 2-1. Este triunfo pone al conjunto español en las semifinales de la Copa Davis por segundo año consecutivo.
La pista Manolo Santana volvió a ser el reducto del equipo español, cuyas murallas parecen infranqueables, y como sucedió contra Rusia, Nadal repitió el guion.
Primero perdió Pablo Carreño ante un combativo Guido Pella por 6-7 (3) 7-6 (4) y 6-1 en dos horas y 38 minutos. Se trató de un duelo en el que los nervios le jugaron una mala pasada al tenista de Gijón, quien acabó hundido por la presión y sin fuerzas.
Luego saltó Nadal a la pista y el duelo contra Diego Schwartzman fue eléctrico. Rafa apabulló al Peque con un contundente 6-1 y 6-2 en tan solo una hora, para conseguir la novena victoria y la más aplastante ante el bonaerense.
Milagro argentino y despedida chilena en la Copa Davis
Todavía en la pista, tras superar a Diego, Nadal confirmaba tal y como hizo tras vencer a Karen Khachanov, quien arriesgaba de nuevo y jugaría el doble. Faltaba saber con quién formaría pareja, y fue de nuevo Granollers con el que se entendió a las mil maravillas en el duelo contra Croacia, y con el que superó a Leonardo Mayer y a Máximo González por 6-4, 4-6 y 6-3 en dos horas y 24 minutos.
Con esa victoria, España tiene asegurado su concurso en las finales de esta competición el próximo año en Madrid. Este sábado se enfrentará en semifinales con Gran Bretaña a las 17:30 p. m. (CET), equipo que derrotó a Alemania por 2-0. Rusia y Canadá se medirán en la otra a las 10:30 a. m. (CET).
Los británicos lideran los enfrentamientos con 8-6 ante los españoles, aunque en el último, este febrero pasado, en Puente Romano (Marbella), los de Bruguera ganaron por 3-1.
Argentina sabrá este domingo si se beneficia de nuevo con una plaza de invitada para el año que viene, sin tener que pasar por las clasificaciones, cuyo sorteo también se celebrará el domingo.
Un recuerdo de Mar del Plata 2008. La confrontación evocó los últimos dos duelos entre argentinos y españoles en Mar del Plata en 2008, sobre superficie dura y cubierta, y tres años después en el Estadio Olímpico de Sevilla sobre tierra.
Esta vez con dos capitanes diferentes. Dos ex campeones de Roland Garros. Uno, Gastón Gaudio, cuya exquisita clase todavía se recuerda, y otro Sergi Bruguera, una pesadilla para sus rivales debido a la pesadez de su bola con su derecha invertida.
Y como siempre que argentinos y españoles se enfrentan, el duelo y el espectáculo no solo está en la pista. También, y quizás más en las gradas donde los cánticos, los ánimos, los gestos y la pasión se desatan, con paraguas albicelestes incluidos en el ornamento de los seguidores de Gaudio.
La argentina, mucho más reducida, se hizo notar hasta casi apagar a la española. Tiene la albiceleste en ese público fiel a un gran aliado, que anima, ganen o pierdan el punto sus jugadores, y que se desgañita llevándoles en volandas e insuflándoles una energía extra.
Eso y su gran izquierda cruzada cimentaron la victoria de Pella ante Carreño, quien había saltado a la formación tras la baja de Roberto Bautista y el fallecimiento de su padre.
Carreño, quien había salido ganador de los dos duelos anteriores, en Viena en 2017 y en el US Open este año, peleó el primer set con uñas y dientes, y para eso tuvo que remontar ante Pella, 25 del mundo, al que tuvo con 5-3 a favor y al que terminó ganándole el primer parcial en el desempate, después de navegar contra corriente y abortar un 3-1 para ganar luego seis puntos consecutivos.
Con esta ventaja moral, Carreño parecía dispuesto a cerrar la contienda después, pero Pella resurgió de sus cenizas. El zurdo argentino abrió todo lo que pudo con su derecha y Pablo empezó su maratón en pos de la bola. En el segundo desempate, Pella ya mandaba sobre la pista, y Carreño sufría.
La mente del español se nubló. No podía responder en los intercambios y en el tercer set los músculos sintieron que el cerebro no les enviaba mensajes rápidos; apenas podía correr.
Pero Argentina, que había logrado los cuartos casi de rebote y por porcentaje, no las tenía consigo. Para nadie era noticia que ya Nadal estaba jugando bien, habiéndose aclimatado perfectamente a la altitud de Madrid después de participar la semana pasada en las Finales ATP de Londres, donde regresó con el número uno.
Nadal no falló. Y Nadal respondió. Con un lazo negro prendido en el pecho por la muerte del padre de Roberto Bautista, dio una nueva exhibición y venció al argentino Diego Schwartzman, dejándose tan solo tres juegos en el camino, y destrozándole en una hora justa, para casi humillarle en una derrota más frustrante que las ocho anteriores.
Nadal cerró con su octavo saque directo y después de mantener su servicio inmaculado, sin una sola ocasión de rotura, y quebrando tres veces al Peque. Cometió diez errores no forzados y dio la sensación en la pista de querer terminar cuanto antes para decidir luego en el doble.
Así sucedió porque la puesta en acción del doble español fue espectacular con Nadal multiplicándose en la pista para ponerse con ventaja de 4-1, una diferencia enjuagada rápidamente por los argentinos. Hubo un momento en que Máximo González lanzó un pelotazo al cuerpo de Nadal, quien miró luego de soslayo al argentino.
Los españoles se hicieron con el primer parcial en 42 minutos, con roturas en el cuarto y décimo juego, y Nadal doblando las manos de Máximo González en el último punto con un ‘bolazo’.
En el segundo Argentina se distanció momentáneamente 3-1, con robo del saque de Granollers, y después con 5-3, gracias a una soberbia actuación de Yaca Mayer en la red; el combinado albiceleste se hizo con este parcial en 56 minutos.
Casi nueve mil aficionados se mantenían en el estadio uno de la Caja Mágica mientras apoyaban a sus equipos como si el partido empezara de nuevo. Mayer cometió una doble falta en el segundo juego, pero después un resto de Marcel significó el primer robo: 2-0 para España.
Después Nadal llevó el juego hasta el espectáculo. Sus respuestas en la red y remates desbarataron a Mayer y a González, y este último perdió su saque en el octavo juego para que España sellara su victoria cuando el reloj marcaba las 01:08 de la madrugada.
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