Chivita Lezama estuvo por última vez en el Estadio Universitario de la capital. Ese campo, en donde durante años vivió las euforias y los desánimos en los juegos de los Leones del Caracas, se convirtió este viernes en un espacio para que sus familiares, amigos y fanáticos del equipo de beisbol le rindieran homenaje y lo despidieran, ahora, para siempre.
La carroza fúnebre llegó aproximadamente a las 11:30 am e ingresó al terreno de juego, hasta cierto punto, por el jardín derecho. El resto del camino lo hicieron ocho hombres que cargaron el féretro, de color negro. Mientras avanzaban, sonaba de fondo Vitamina, uno de los éxitos de la Orquesta Carruseles que, según se comentó, era de las favoritas del afamado caraquista.
Siguieron a través de un callejón de honor realizado por funcionarios de la Dirección de Orden Público hasta el home. Allí estaba dispuesta una capilla: cuatro candelabros, la figura de Cristo crucificado, una plataforma sobre una alfombra roja y un toldo para cubrirlo del sol incendiario que hace en horas del mediodía. Separado por una caminería, había otro toldo, en donde fueron ubicadas las personas cercanas y autoridades del equipo. También estuvieron presentes Víctor Davalillo y Mervin Maldonado, ministro de la Juventud y el Deporte.
Se mantuvieron en silencio y, poco después, reflejaron en las pantallas un video realizado por la organización de los Leones del Caracas que, con una música de fondo que conmovió a los asistentes, mostraba los espléndidos momentos de felicidad que compartió Lezama con los jugadores. Siempre, siempre, con su particular trompeta, un collar de pepas de zamuro y el uniforme del equipo y la gorra de los melenudos.
Destacaba de la capilla un inmenso arreglo que había llegado una hora antes: girasoles amarillos y rosas de colores azul y rojo, con una cinta blanca que, combinados, simulaban la bandera de Venezuela. En la cinta se leía: recuerdo del presidente de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro. Era la única ofrenda de este tipo en el sitio.
Chivita presenció las derrotas, pero también gritó, aplaudió y sintió todos los juegos en los que los Leones del Caracas ganaron cada uno de sus títulos. En enero pasado tuvo el privilegio que cualquier fanático hubiese querido tener: levantó el trofeo número 21 y celebró junto con los peloteros un nuevo campeonato de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional tras 12 largos años.
Aunque dedicó parte importante de su vida a ese deporte como un fanático empedernido y apoyó en todo momento a su equipo, quedaron muchos asientos vacíos durante el homenaje. Eso no le hizo justicia a los años de compromiso, lealtad y disciplina que lo llevaron a ganarse el respeto, el reconocimiento y la admiración no solo de los caraquistas, sino de los jugadores y fanáticos de los equipos rivales.
La misa comenzó cerca de las 12:00 del mediodía.
“El más fervoroso, no solamente porque se emocionaba más por cada triunfo de los Leones del Caracas sino porque era el primero. Vivió durante los años que tiene la organización y se alegró por cada uno de los títulos. Entonces, definitivamente, el primero de todos los fanáticos ha sido Jesús Chivita Lezama”, manifestó el sacerdote.
Tras concluir, el religioso dio la palabra a Jesús Lezama hijo. Notablemente afectado, pero con una resignación aparente, agradeció a las personas que asistieron al estadio a despedir a su padre, quien falleció a los 104 años de edad, y a quienes lo apoyaron. Entre ellos mencionó a Maldonado, a Antonio Potro Álvarez y a directivos de los Leones del Caracas.
Chivita Lezama nació en Tucupita, estado Delta Amacuro, en 1919, pero a temprana edad, y durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, se mudó junto con su familia a Trinidad y Tobago hasta que años después regresó a Caracas.
“Se fue parte de mí”
“La pasión de él no era el beisbol, era el fútbol. Cuando llegó a Venezuela, conoció el estadio de San Agustín y se apasionó por el beisbol. Su amor, su pasión. Para llegar a donde llegó, él tuvo que pasar muchas cosas. Los que lo quisimos y los que lo adoramos siempre entendimos que a él le gustaba la práctica, hasta llegar a alejarse de la familia por su pasión. Buen padre, buen amigo. Estoy orgulloso de que haya sido mi padre”, expresó.
“Tuvimos muchas vivencias, tengo demasiados recuerdos espectaculares. No era mi papá, era mi amigo. Ese señor fue mi amigo y se fue parte de mí. Es historia. Le dieron y brindaron tanto apoyo en vida y, de verdad, no tengo palabras, nunca pensé que tantas personas, que el pueblo venezolano, quisieran a este señor como lo quiero yo”, añadió.
Lezama se dirigió hacia el féretro: “Papá, ya estás con mi abuelita y con tu santa madre, que la quisiste mucho. Mi padre antes de fallecer la llamó mucho y yo sé que ella vino a buscar a su hijo, su gran hijo”, expresó.
Describió a Chivita Lezama, su padre, como una persona con mal carácter, pero con gran personalidad. Esas características, afirmó, lo llevaron hasta donde llegó.
“Fue, es y será”
Luego de las palabras del hijo, los familiares, amigos y autoridades hicieron una parada de honor de un minuto. Tras esto, el ministro Maldonado ofreció palabras de aliento y expresó su reconocimiento al fanático número 1 de los Leones del Caracas.
“Fue, es y será siempre el primer fanático de los Leones del Caracas, pero también el primer fanático del deporte venezolano. Chivita nos deja grandes esperanzas. Con cada una de esas vivencias nos demostró que siempre se puede seguir y apoyar un equipo con respeto, con pasión, como lo hizo durante toda su vida”, dijo.
“Ha logrado unir a los magallaneros, yo soy un magallanero, a todos los equipos del beisbol venezolano y a todo el deporte y, me atrevo a decir, a todo el país que hoy siente su partida física. Vino a su estadio a dar un hasta luego. Se siembra Chivita Lezama en el estadio de la UCV, en el beisbol, en el deporte, en nuestro país”, añadió.
Maldonado señaló que siempre se acostumbra a mencionar las destacadas labores de los atletas, los deportistas, los entrenadores, los equipos técnicos y médicos, de los periodistas del deporte, pero no siempre las de los fanáticos: “Hay que ver, sin duda alguna, que hoy tiene ese merecido reconocimiento la labor de este fanático número 1, Chivita Lezama”.
Pidió a los asistentes un minuto de aplausos y, al concluir, comenzó a resonar desde la tribuna: “Leooo, leooo, leooo, leooo, leooo, leoo”, el inconfundible canto de los Leones del Caracas que se extendió hacia el terreno de juego.