Buscar oro en París-2024 es la meta tras la plata en Tokio-2020, pero el venezolano Julio Mayora no solo sueña con medallas. Aspira abrir algún día, en el lugar en el que nació, un gimnasio para ayudar a futuros levantadores de pesas olímpicos.
¿Gimnasio Julio Mayora? «Uno de mis sueños es tener un gimnasio con mi nombre en La Guaira para ayudar a los jóvenes (…). Yo en verdad quiero apoyar a los jóvenes para que crezcan sanos. Pueden salir del barrio muchos campeones mundiales, muchos campeones olímpicos», comenta el atleta de 25 años de edad.
Mayora siente orgullo de haber crecido en el barrio, una palabra exclusivamente reservada en Venezuela para referirse a las comunidades humildes de precarias viviendas formadas principalmente en la periferia de las grandes ciudades, golpeadas por una desbordada criminalidad que provoca que el país tenga una tasa de muertes violentas que multiplica por siete la media mundial.
El miércoles, el venezolano ocupó la segunda posición de la categoría de 73 kilogramos, levantando 156 kg en el arranque y 190 en el envión para totalizar 346. El oro, con récord mundial de 364 kg, terminó en las manos del chino Zhiyong Shi, quien había sido campeón en Río de Janeiro-2016.
Vecinos de su querido barrio, Santa Eduvigis, en la población costera de Catia la Mar, estado Vargas, vieron su momento olímpico en una pantalla gigante en la calle y videos de su celebración viralizaron en redes sociales.
«Salí del barrio y estoy muy orgulloso de darle alegrías a los jóvenes que vienen creciendo», expresa el primer medallista de Venezuela en Tokio-2020.
Rozando la perfección
Casado con su novia de juventud en el barrio y padre de una niña de dos años, Julio Mayora tuvo un ciclo olímpico extraordinario. Solo un rival le venció: Zhiyong Shi.
Mayora había acaparado todos los oros en los eventos regionales previos a Tokio-2020, los Juegos Bolivarianos, los Juegos Sudamericanos, los Juegos Centroamericanos y del Caribe, y los Juegos Panamericanos.
«Le doy gracias a Dios y a todas las personas que me ayudaron a estar en mis primeros Juegos Olímpicos y ganar una medalla para Venezuela. Tuve un ciclo perfecto», dijo Mayora.
Pese a los triunfos que cargaba en sus espaldas, hubo nervios.
«Cuando estaba en la sala de calentamiento estaba muy nervioso (…). Salí a competir, respiré profundo y comenzamos», relata Mayora, quien dio un salto mortal atrás cuando vio que la medalla era un hecho. Se sacaba la presión.
«Practiqué muchísimo esa voltereta», bromea.
«Cuando terminé me comuniqué con mi esposa, con mi hija, y cuando las vi se me salieron las lágrimas. Sé que mi bebé va a ser muy fuerte. Yo le digo a mi esposa que va a ser pesista y que va a superar a su papá», cuenta. «Cuando estoy fuera del país extraño mucho a mi bebé. He durado ocho meses sin poder verla cuando me preparaba para los Juegos Olímpicos».
Va a tomar un descanso para disfrutar con ellas y con su gente en La Guaira.
Estima que volverá en un mes a los entrenamientos para el nuevo ciclo hacia París-2024: «Tengo fe en que puedo ganar la medalla de oro».
El ejemplo
Hoy, Mayora quiere ser ejemplo.
Ayer, su ejemplo fue Junior Sánchez, levantador de pesas venezolano que estuvo a punto de subir al podio en Londres-2012, con un cuarto lugar en los 69 kilogramos. Alzó total de 328 kilos. Solo le faltó uno.
«Veía mucho a Junior Sánchez (…). Siempre le decía a mi mamá y a mi entrenador (Oswaldo Sánchez) que yo iba a llegar a los Juegos Olímpicos como él y cuando llegué a la selección nacional, me tomaba fotos con él, le decía que quería ser como él».
La de Mayora es la segunda medalla de Venezuela en la halterofilia en la historia de los Juegos Olímpicos, después de que Israel Rubio consiguiera bronce en Atenas-2004 por el dopaje de un rival.
«Era un atleta muy fuerte, le gustaba ser agresivo», dice Mayora sobre él.
«Todos somos venezolanos», responde Julio Mayora cuando se le pregunta la controversia desatada por dedicarle la medalla al fallecido líder socialista Hugo Chávez durante una conversación telefónica con su sucesor, Nicolás Maduro.
«Cada quien con sus creencias políticas. Yo tengo las mías. Todos somos venezolanos», zanja.