Con más complicaciones de las necesarias, el Real Madrid ha superado el compromiso de Champions en Braga en un partido que pone de manifiesto lo imprevisible que es el fútbol: el Madrid fue muy superior cuando quiso, el Braga no tuvo ocasiones de peligro real, pero el resultado fue ajustado (1-2) y hasta el último momento no pudo sellar la victoria.
Con todo ganado en lo que va Champions, no es que se saquen muchas conclusiones de esta visita al norte de Portugal. Quizá el gol de Rodrygo que abre la puerta a un nuevo Rodrygo. El resto fue normal, correcto, sin alardes. El otro gol fue de Bellingham y hasta el final hubo un nerviosismo porque el Sporting de Braga recortó distancias y estuvo vivo. El Madrid le dejó vivo cuando no tenía por qué hacerlo. Por suerte para los blancos, al Braga no le dio para más y la victoria se la lleva el equipo de Ancelotti, que encarrila el pase a octavos.
No empezó bien el Madrid en la humareda de Braga, un estadio entre rocas, en una cantera, que tuvo una niebla inicial por la enorme cantidad de bengalas que encendieron algunos aficionados. Los chequeos en las puertas de acceso no es que fueran exhaustivos. El Madrid tuvo eso, humo al inicio. Estaba como dormido, esperando a ver qué ocurría.
Y dominó el Sporting de Braga, un equipo en crecimiento pero aún lejos de lo que es el nivel medio de Champions. Mandó con balón sin peligro y quizá su inexperiencia en la Copa de Europa le llevó a eso. No habrá visto cómo es el Real Madrid. Sin necesidad de tener el balón el equipo de Ancelotti te hace daño. Y así llegó el gol en el minuto 17.
Una carrera de Vinicius, que mareó a su defensor, sirvió para crear diferencias. El brasileño dejó destellos de brillantez durante el partido y creó ventajas para su equipo con su visión de juego. Hay que tener en cuenta que para juzgar a las estrellas no siempre hay que hacerlo con el gol. Hay más argumentos futbolísticos como esta carrera de Vinicius que terminó por asistir a Rodrygo, que desde el punto de penalti llegó con fuerza y marcó de primeras.
El Real Madrid en Champions
Fue un gol con significado. A Rodrygo le faltaban goles. No marcaba desde la primera jornada de Liga, a inicios de agosto. Había dudas y había ansiedad. Y este gol da aire a un jugador que se convierte en el brasileño que más goles ha firmado con el Real Madrid en Champions: 17. Míster Champions.
Sabiendo que las diferencias entre unos y otros era grande, el Madrid se gustó en el inicio la segunda parte y se dio cuenta de que podía irse con una goleada al clásico. Porque ahora ya lo que viene es el partido ante el Barça en Montjuic. Otra cosa es lo que quiere el fútbol, un deporte inexplicable. Se vinieron arriba los chavales de Ancelotti: Bellingham apareció por primera vez (paradón de Matheus), Camavinga se animó con un disparo que pudo ser gol, que llegó de las botas del ya mencionado Jude, que cómo iba a faltar a la cita goleadora.
Marcó Bellingham -a pase de Vinicius- con un disparo medido desde la frontal del área. Y cuando estaba todo ya sentenciado de repente el Sporting de Braga se encontró con un gol casi sin querer, en una acción de ataque en la que entró Banza sin oposición en el área y remató Djalo sin complicaciones. 1-2 y gracias, porque Kepa salvó el empate portugués con una parada difícil de explicar: se quedó parado, inmóvil, le golpeó el balón (no fue él por el esférico) y se fue a córner. 1-2 (y rozando el 2-2) en un partido que podía ser perfectamente de 0-3. Las cosas del fútbol.
Con un cierto nerviosismo, más por lo ajustado del resultado y las ganas del Braga que por las ocasiones peligrosas, marcó Vinicius el tercero, pero no valió por un fuera de juego justísimo, de dos centímetros a lo máximo, que rompe con el espíritu del fútbol. Vinicius estaba en línea con su defensor y si estaba adelantado fue por eso, dos centímetros como mucho. No tiene sentido que eso se considere ventaja. En esto se ha convertido el fútbol moderno.
Bellingham terminó el partido antes de tiempo con molestias musculares que no parecen graves, pero que al menos provoca pánico si van a más. Es el mejor del equipo. El Madrid, que ya piensa en el clásico del sábado, tiene virtualmente el billete a octavos. Nueve puntos de nueve, los tres partidos ganados y seis más que el Braga, tercero, que marca la línea para acceder a octavos. Y el primer puesto también lo tiene muy de cara, aunque para ello sí tendrá que esforzarse más a partir de noviembre.
Por Daniel Calle
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