Shin-Soo Choo es un buen pelotero. Durante 15 temporadas en las Mayores ha puesto promedios de .275/.377/.448, con aceptable defensa, algo de poder y marcada capacidad para embasarse. Pero el coreano también es un buen hombre. Y eso es más importante.
Choo fue noticia este miércoles, al conocerse que donó unos 200.000 dólares de su bolsillo para repartir entre los casi 200 jugadores que tienen contrato de Ligas Menores en su organización, los Rangers de Texas.
El drama de los ligamenoristas ha sido particularmente divulgado por algunas voces solidarias en estas últimas semanas. Para muchos aficionados, ser pelotero es casi sinónimo de privilegio, de elevados ingresos, preludio del jet-set. La realidad es otra y por eso hemos visto a personas con humanidad, como las periodistas Emily Waldon y la venezolana Mariana Guzmán, llevar adelante iniciativas en Estados Unidos para conseguir trabajo o ayuda a los ligamenoristas más necesitados en estos tiempos difíciles.
Recuérdese que el salario mínimo entre Novatos y Triple A no pasa de 10.000 dólares anuales (y ojo, que ese monto corresponde a la categoría más alta). Recuérdese que los peloteros solamente cobran cuando la temporada ha empezado, trabajan unas 70 horas a la semana (casi el doble de lo estipulado por las leyes estadounidenses para el resto de los empleos) y ni durante el Spring Training ni en los playoffs reciben pago por sus servicios, apenas viáticos.
Es por eso que los peloteros que no están en las Grandes Ligas deben buscar trabajo entre otoño e invierno (hay casos célebres de quienes terminaron rebuscándose en una gasolinera o hasta en un cementerio). Es por eso que la pelota del Caribe no es un gusto ni un lujo, sino una necesidad para centenares de venezolanos, dominicanos, hispanos en general.
Pero ya abordamos antes ese tema. Esta vez el enfoque es otro. La MLB tiene una deuda que saldar con sus granjas, eso está claro, y ojalá la iniciativa que los equipos han tomado en pleno parón por la pandemia mundial marque un inicio que permita dignificar la vida de quienes siguen la ruta que conduce a la Gran Carpa. La pregunta, a raíz de la iniciativa de Choo, es adicional a esa otra inquietud: ¿qué hacen los bigleaguers por sus colegas menos afortunados?
La respuesta es nada. O para no generalizar y ser justos, casi nada.
No solamente las Mayores mantienen un lobby para que el Congreso de los Estados Unidos respalde el statu quo en el sistema de MiLB, así como para preservar la excepción de las normas anti monopolio que desde hace un siglo disfruta el beisbol. Es que la Asociación de Peloteros tampoco hace algo para amparar de algún modo a quienes algún día serán sus miembros.
Esa distancia casi insensata entre ambos colectivos, siendo que todos comparten profesión, viene desde los tiempos en que el legendario Marvin Miller y su sucesor Donald Fehr lideraron el sindicato. No entraremos hoy en los detalles. Se puede defender a la unión, diciendo con razón que incluir la as Menores como punto de honor en la discusión de la convención colectiva terminaría minando posibles avances laborales para los grandeligas. Pero ojo, que también se puede atacar a la MLBPA, citando la inquietud que, según algunos análisis, llegan a sentir contra quizás consideran sus posibles competidores.
Que la MLB hace mal, al no dedicar una parte de sus mil millonarias ganancias a mejorar los ingresos de los ligamenoristas, es algo que parece claro. Que la asociación hace mal, al no conseguir algún beneficio palpable para sus futuros afiliados, también parece irrebatible. Pero lo tercero es inexplicable: ¿por qué los propios peloteros no presionan desde lo alto para que eso cambie?
El salario mínimo en la Gran Carpa es 563.500 dólares. Es mucho más de lo que ganaría un profesional universitario con un empleo excelente. No hablemos ya de salario promedio en las Grandes Ligas, que supera los 4 millones de dólares.
Son verdaderas estrellas. Y está bien que ganen tanto dinero, porque son estrellas del espectáculo y el espectáculo produce enormes ganancias. Es justo que les toque un buen pedazo de pastel.
Lo insólito es que aquellos que tienen tan buenos ingresos al llegar a las Mayores sean tan poco solidarios con los de abajo, siendo que prácticamente todos ellos pasaron por allí. Una cosa es que dos entes no se pongan de acuerdo o simplemente no aborden el tema al hablar del convenio colectivo. Otra muy distinta es que entre los centenares de grandeligas no exista todavía una iniciativa para al menos entregar una cuota anual, que sirva para hacer un gran pote que pueda usarse para repartir entre quienes jueguen en las Menores.
Lo insólito es que haya jugadores que consideren justo que otros sufran privaciones hoy, puesto que ellos también tuvieron que sufrirlas en su momento. Hay quienes piensan así.
Choo tuvo una respuesta conmovedora cuando le preguntaron para el diario Dallas Morning-News por qué decidió donar 200.000 dólares a los ligamenoristas de su divisa, los Rangers de Texas.
“Cuando yo iba subiendo en las sucursales de los Marineros de Seattle”, explicó, “a veces dejaba de comer para guardar el dinero y poder comprar pañales para mi hijo. Ahora tengo muchas cosas, gracias al beisbol. Así que quiero pagar por lo recibido, especialmente en este momento tan difícil que se vive en todo el mundo. Si puedo ayudar a otros, será algo positivo”.
Choo es un buen pelotero. Pero es también un buen hombre. Y eso es más importante.
Ojalá su ejemplo no solo sirva de ayuda, sino que también marque un estímulo para que muchos den el paso de ayudar a cambiar una injusticia, esta realidad tan poco conocida y que está tan mal.
@IgnacioSerrano
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