Larry Walker y Andrés Galarraga fueron compañeros en Colorado, miembros de aquel casi mítico grupo de bombarderos que ganó fama en la calle Blake. Muchos aficionados venezolanos lo recuerdan, como rememoran también a Vinicio Castilla o a Dante Bichette. Un artillero más entre los muchos que caracterizaron a aquellos Rockies de los años 90, todos peligrosos, todos buenos.
Pero con Walker surgió una nueva comparación en estos días. El canadiense logró su placa en Cooperstown y su entronización al Salón de la Fama. Luego de 10 años y nueve fallidos intentos, consiguió el ansiado 75 por ciento de los votos. Y de inmediato, como es natural, una parte de la fanaticada frunció el ceño.
Si Galarraga también fue campeón bate, si disparó 399 jonrones y empujó 1.425 carreras, ¿por qué no recibió ni siquiera 5 por ciento de los apoyos, como Bob Abreu? ¿Por qué es aclamado su compañero, que apenas sacó 383 pelotas y llevó 1.231 rayitas a casa?
Este cronista solo tiene cosas buenas que decir cuando se trata de El Gato. Verlo jugar fue un gozo, y mucho más lo que hizo cuando se enfrentó con la adversidad, dentro y fuera del terreno. Es una figura imprescindible en la historia de nuestro deporte, no digamos ya de nuestra pelota. Hizo cosas que entonces parecían impensables para un bigleaguer venezolano.
Walker, sin embargo, logró ubicarse más arriba que él en los registros de las Mayores.
El primer contraste es claro: la prueba de los promedios. El nivel de excelencia en average es .300, así como es .400 el grado elitesco en promedio de embasado y es .500 la marca que en el slugging distingue a los grandes aporreadores. En ese mismo balance, todo OPS por arriba de .900 es brillante. Esto, que es un simple ABC, sirve para evaluar una temporada y también una carrera toda.
Los promedios de Walker fueron .313/.400/.565/.965. Eso es excelencia pura, en cada una de las áreas. Excelencia en el contacto, en la habilidad para ponerse en circulación y para sonar extrabases.
Galarraga se retiró con .288/.347/.499/.846. Entre criollos fue notable. Ratificó su lugar como el mejor artillero nativo en el siglo XX. Fue necesario que llegara la generación de Abreu, Magglio Ordóñez y finalmente Miguel Cabrera, para que sus hazañas empezaran a resultarnos relativamente comunes en la expedición nacional, que ha seguido creciendo gracias a los bates de José Altuve, Eugenio Suárez, Ronald Acuña Jr., Gleyber Torres y tantos más.
Ya esa sola comparación demuestra por qué Walker sí y el gigante de Chapellín no. El de Caracas fue un gran bateador. Pero el de Maple Ridge tuvo la consistencia de los más grandes de las últimas décadas.
Galarraga fue líder jonronero una vez. Walker también. Fue campeón bate en 1993. El canadiense lo fue en 1998, 1999 y 2001. Éste consiguió cinco guantes de oro, contra dos del venezolano. Fue Jugador Más Valioso una vez, el nuestro nunca ganó el premio. El toletero zurdo logró más menciones en las planillas de votación del MVP (8 contra 7) y más bates de plata (3 contra 2). Ambos fueron convocados a 5 juegos de estrellas.
Cada quien puede hacer comparaciones en sus departamentos favoritos. Uno sumó más dobles y anotadas, el otro empujadas y jonrones. Pero una dimensión de cuán diferentes fueron los dos está en el OPS ajustado, que permite comparar lo que cada uno hizo en los estadios donde jugaron y en comparación con lo que hicieron allí sus rivales.
El OPS de Galarraga nos dice que fue un bateador 19 por ciento mejor que sus colegas. Y lo que hizo en Colorado fue 9 por ciento superior a lo hecho por compañeros y rivales. En ese sentido, Walker se retiró con un OPS que resultó 41 por ciento mejor que sus pares a todo lo largo de su carrera, un dominio que fue 47 por ciento superior cuando solo consideramos sus números en Colorado respecto a lo que los demás hicieron allí. Brillante.
El Gato es una leyenda venezolana. Con justicia se ganó un lugar en nuestros corazones y en el parnaso de nuestro pasatiempo nacional.
Su compañero fue un especialista del madero en grado superlativo. Y sus promedios nos permiten subrayarlo otra vez, de una manera distinta, pero igual de contundente.
Solamente 78 bateadores tienen un average superior de por vida en la MLB que Walker, apenas 55 rebasan su promedio de embasado, únicamente 11 muestran un mejor slugging y su OPS es el décimo quinto mejor de todos los tiempos.
Galarraga fue el mejor de Venezuela. Walker es uno de los grandes de la historia.
@IgnacioSerrano
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