A apenas dos horas del comienzo del primer entrenamiento en el circuito callejero de Albert Park, en Melbourne, la Fórmula 1, la FIA y el Australian Grand Prix Corporation (AGPC), cancelaron el único espectáculo deportivo mundial que estaba en pie frente a la pandemia.
Los factores económicos dilataron una decisión que era imperiosa después de la retirada de McLaren, tras conocerse que un integrante de la escudería de Woking diera positivo en el análisis de covid-19.
El motín de los pilotos de jerarquía, liderados por el séxtuple campeón Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, empujó una suspensión que se hizo efectiva sin la unanimidad del paddock y con el público en los portones de ingreso.
Las especulaciones ahora señalan que la temporada empezaría con el GP de Azerbaiján, el 7 de junio, por lo que desaparecería el receso de media temporada y se reprogramarán los siete grandes premios suspendidos.
Las conversaciones se multiplicaron y hasta se especuló con abrir el calendario sin espectadores, medida que estaba prevista para la carrera de Bahréin, del próximo fin de semana.
En Australia era observada con agrado por Red Bull Racing, Alpha Tauri y Racing Point y rechazada por Ferrari, Alfa Romeo, Haas, Renault y Mercedes. Para cancelar la actividad en Melbourne se necesitaban menos de 12 autos en la grilla, pero los acuerdos comerciales cuya responsabilidad recaían sobre la FIA frenaban la determinación.
Reacciones de los pilotos
«Me sorprende mucho que estemos aquí. Es genial que haya carreras, pero es impactante estar en una habitación con tantos fans alrededor mientras el resto del mundo reacciona. Se suspende la NBA y la F1 sigue adelante. El dinero es el rey», advirtió con fiereza Hamilton.
También Vettel envió un mensaje desafiante y dejó entrever hasta dónde correrían el límite los pilotos: «Confío que la situación no llegue tan lejos. Pero si llega, podemos echar el freno de mano. Creo que somos un grupo de 20 personas que compartimos una opinión común sobre las grandes decisiones», alentó el alemán de Ferrari.
El anuncio de McLaren de no participar en Australia no modificó el escenario hasta las siguientes 10 horas, cuando los restantes nueve jefe de equipos la FIA y la Fórmula 1 se juntaron para analizar la situación.
Lo económico
La dilación de la suspensión tenía como eje principal la economía de la Fórmula 1, que impone un canon de 35 millones de dólares, monto que el AGPC desembolsó antes de celebrarse la carrera.
Australia, Bahréin, Vietnam y China ya efectuaron el pago y el reclamo de la devolución del dinero podría provocar un largo proceso judicial, excepto que la FIA, Liberty Media o un decreto gubernamental del país donde se desarrolla la competencia comuniquen la cancelación. Ese es el motivo por el que se aplazó el GP en Shanghái, del 19 de abril, y no se dio de baja efectiva la carrera que albergaba el gigante asiático.
Cifras
El negocio global de la temporada asciende a 2.000 millones de dólares. Aunque el margen de beneficios es más exiguo de lo que se piensa: en 2019 los ingresos fueron de 2.022 millones de dólares y los desembolsos dejaron un margen de utilidades de 17.000.000 de dólares.
Con los derechos de televisión y el canon al frente del origen de divisas, las pérdidas golpean a Liberty Media, pero también a las escuderías.
Al desatarse la crisis mundial por el covid-19, las primeras declaraciones de Chase Carey, CEO y presidente de la Fórmula 1, apuntaron al aspecto económico: «Es un negocio y un deporte al mismo tiempo», aseguró en una charla con inversores de Wall Street, donde las acciones de la Fórmula 1 se desplomaron 38% en las últimas 3 semanas.
Limitar las pérdidas es un mandato para el consejo de administración, que acumula dos ejercicios económicos con pérdidas. Los nuevos dueños tomaron el mando tras el pago de 4.100 millones de dólares y el cargo de una deuda de un valor similar.