Domingo 5 de junio de 2022: Rafael Nadal, con una infiltración en el pie izquierdo, gana su decimocuarto Roland Garros. Lunes 20 de mayo de 2024: El español entrenó en su pista Philippe Chatrier del complejo parisino, donde no había puesto los pies desde hacía dos años.
Entre ambas fechas, Nadal apenas jugó en el circuito. Pasó meses y meses de baja, sin saber si iba a poder recuperar su castigado cuerpo. Este 2024 se lo planteó casi como una gira de despedida y estar en París tiene un valor muy especial para él.
2022: fuegos artificiales y ducha fría para Nadal
Ya físicamente mermado en 2021, Nadal consigue en 2022 una primera mitad de temporada sorprendente, con dos títulos del Grand Slam, en Australia y Roland Garros, para sumar un récord entonces de 22 títulos en grandes, luego Novak Djokovic batió la plusmarca y la elevó a 24.
En Wimbledon, el mallorquín llegó a semifinales, pero un desgarro abdominal le obligó a declararse baja antes de su semifinal.
«No tiene sentido jugar si quiero continuar mi carrera», declaró entonces.
Luego solo jugó cuatro torneos en esa temporada. Fue eliminado en su entrada en liza en Cincinnati, en los octavos de final del Abierto de Estados Unidos, en su primer partido en el Masters 1000 de París-Bercy y perdió sus dos primeros partidos en la fase de grupos del Masters de final de temporada de Turín. Nunca desde 2009 había encadenado cuatro derrotas seguidas.
2023: un regreso abortado
Nadal viajó a Australia para el inicio de la temporada de 2023, pero todo terminó pronto para él. Después de dos derrotas en la United Cup, nunca antes había empezado una temporada con dos derrotas, abandonó en la segunda ronda del Abierto de Australia, con un problema en la cadera.
«Duele, como siempre. Pero el vaso comienza a estar lleno, en algún momento se va a desbordar», avisó Nadal en conferencia de prensa.
Fue operado del psoas. Su temporada, recién iniciada, quedaba terminada.
2024: ¿el final de una era?
Sin ningún nuevo título desde Roland Garros de 2022, Nadal se propuso obligar a su cuerpo a jugar el Grand Slam parisino donde construyó su leyenda, por mucho que un decimoquinto título allí parezca una misión casi imposible en estos momentos para él.
La temporada 2024 se la toma como la destinada a la despedida al ser posiblemente la última de su carrera, salvo que sorprenda con un cambio de opinión.
Viajó a Australia para iniciar el curso pero se lesionó de nuevo, esa vez antes incluso de ir a Melbourne: su muslo izquierdo le dejó fuera de juego en Brisbane y fue declarado baja sucesivamente para otros torneos (Abierto de Australia, Doha, Indian Wells).
Se le esperaba a principios de abril en Montecarlo, uno de sus torneos favoritos y primera gran cita de la temporada europea en tierra batida, pero tres días antes del torneo también se declaró baja, con una explicación tan misteriosa como inquietante: «Simplemente, mi cuerpo no me lo permite».
La siguiente semana sí estuvo en el torneo de Barcelona y cayó allí en segunda ronda ante el australiano Álex De Miñaur, 7-5 y 6-1.
En Madrid logró encadenar, por primera vez desde el Abierto de Estados Unidos en 2022, tres victorias en un torneo, antes de caer en octavos de final ante el checo Jiri Lehecka (7-5, 6-4).
Acudió a Roma como ensayo general, pero allí no tuvo un buen papel, barrido en segunda ronda por el polaco Hubert Hurkacz (6-1, 6-3).
«No he jugado mucho en los tres últimos años. Hay muchas dudas, muchas preguntas», reconoció.
Su participación en Roland Garros no está completamente asegurada, pero el lunes entrenó en la pista central, sin aparentes problemas, ante unos millares de aficionados que gritaban «¡Rafa, Rafa!».
Se ejercitó también el martes. Y este miércoles lo hizo contra otro ilustre veterano, Stan Wawrinka.
El jueves será el sorteo del cuadro de Roland Garros y los aficionados sueñan con que uno de sus grandes ídolos esté allí y se mantenga para el torneo.