La situación convulsa en la política venezolana ha tocado distintos estamentos de la sociedad y el deporte no escapa de esta realidad.
El presente económico en Venezuela es resultado directo de políticas que no han brindado a los ciudadanos el mayor bienestar posible. De acuerdo con cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el número de migrantes venezolanos ya supera los 4 millones y medio dispersos en distintos lugares del mundo.
Esta realidad obligó a muchos países a imponer un sistema de visados para los venezolanos y, en el proceso, el deporte también se ha llevado tumbos y ha tenido que sortear escollos más complicados producto de esas decisiones internacionales.
El voleibol, un caso particular
Ejemplos sobre el tema sobran. Uno de los más recientes lo protagonizó la selección femenina de voleibol, antes de competir en el Preolímpico de Colombia en este mes de enero.
Las voleibolistas no lograron un boleto a los Juegos Olímpicos de Tokio y parte de las razones que los analistas esbozan para este resultado es que no hubo una preparación a la altura de un certamen de alto nivel.
Fuentes aseguraron que las jugadoras solo pudieron reunirse a un mes para el inicio del torneo, caso contrario al de otras selecciones que cumplieron con ciclos de hasta dos años de preparación.
No obstante, pese a la escasa planificación, un fogueo en República Dominicana era la gran apuesta de las autoridades en la federación de voleibol.
La expedición, finalmente, no logró realizarse debido a la falta de visas para las jugadoras a fines de viajar al país caribeño.
Esto, tras la reciente solicitud de visado que deben llenar los venezolanos que quieran viajar a Dominicana. La visa fue establecida el pasado 16 de diciembre de 2019.
Como consecuencia, el combinado nacional perdió la oportunidad de medirse contra uno de los rivales más complicados y competitivos del mundo. Lo que pudo ser relevante para pulir detalles que se vieron ya en la competencia en Colombia.
Alejandra Benítez, otro caso en la lista
La ex ministra del Deporte, Alejandra Benítez, es la víctima más reciente de esta situación.
La esgrimista está en camino de salida para su carrera deportiva y contaba con ir a los Juegos Olímpicos de Tokio, que podrían ser los quintos para ella, a fin de coronar su trayectoria.
Sin embargo, de sus deseos a la realidad hay un trecho grande. Y es que Benítez debe participar en el Gran Premio de Montreal, Canadá, para sumar puntos que la acerquen al boleto hacia suelo nipón, territorio que también exige visado a los venezolanos.
La esgrimista escribió unas palabras en su cuenta de Twitter, que dejan entrever una situación complicada con su caso y cada vez el tiempo se acorta para obtener una respuesta positiva que le permita participar.
«El sueño de mis quintas olimpiadas se desvanece, nuevamente somos víctimas de las sanciones y el golpe perenne a nuestra soberanía», dijo Benítez.
Y agregó: «Hoy ni la carta olímpica ni el “fair play” nos ayudaron a seguir dando una pelea justa. Soñaba con una mejor despedida».
Antecedentes en el fútbol venezolano
Tampoco el balompié criollo pudo sacudir estas decisiones y antecedentes existentes. Valga el ejemplo de la crisis que protagonizó el Zulia FC en 2019.
El cuadro zuliano estaba en plena disputa de los octavos de final de la Copa Sudamericana contra el Sporting Cristal, superando hitos impensados en el fútbol venezolano.
En conclusión, el club negriazul tuvo que ejercer una fuerte presión ante las autoridades peruanas para que avanzaran en la resolución de la solicitud de sus visas.
De lo contrario, su presencia en suelo peruano para participar en el careo con Cristal estaba en «veremos».
En el caso del Zulia, los jugadores al final pudieron viajar a Perú y disputar el duelo contra su rival, suerte con la que otros estamentos del deporte nacional no contaron en sus disciplinas.
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