“No evalúo dar un paso al costado”, dijo Jorge Sampaoli hace 12 días, con la eliminación del Mundial atronándole en los oídos. Quemándole la conciencia porque se iba de Rusia atribulado, entre tantos giros desconcertantes como entrenador.
Nunca más habló en público, pero nunca cambió de opinión. Aunque se desató su cacería, en ningún momento abandonó la gestión. Volvió a la Argentina y comenzó a diagramar el futuro, pese al tembladeral que la clase dirigente instaló a través de los medios.
La tensión creció entre la AFA y el entrenador, más allá de una reunión tras otra. Por tercer día consecutivo dialogaron Sampaoli y Claudio Tapia . El técnico quiere conservar un puesto que la AFA proyecta para otro. Tamaña asimetría solo abona a la insensatez.
El torneo juvenil de L’Alcúdia en España es la excusa para el combate de fondo. La solitaria resistencia contra la capitulación inducida. Sampaoli no desconoce el operativo desgaste, Sampaoli no ignora que le juegan con cartas marcadas. Es fácil descubrir cómo gestionan estas situaciones desde la AFA, porque aún está fresco el recuerdo del destrato al que sometieron a Edgardo Bauza hasta conseguir su rendición, en marzo de 2017, tras un fugaz ciclo de ocho partido.
A Sampaoli nunca le pareció lo más apropiado asumir el Sub 20 de emergencia, tras la desvinculación de su ayudante, Sebastián Beccacece , a cargo de la categoría, pero aceptó la responsabilidad porque él, cuando llegó, por contrato estableció que la principal categoría juvenil quedase bajo su órbita.
Los dirigentes no se lo iban a dejar pasar, siempre lo vieron como un magnífico escenario para exponerlo: el hombre que hace apenas un par de semanas dirigía en los 8vos de final de Rusia, entre el 28 de julio y el 8 de agosto iba a estar conduciendo a los chicos argentinos ante, quizá, el combinado de Murcia. “Y ahora tendrá que viajar en turista, se acabaron los privilegios, con pasajeros que hasta quizá lo insulten”, alentó un dirigente. Para comprender la ruindad del plan.