Messi quiere irse del Barça. Y nada ni nadie le va a hacer cambiar de opinión. No se trata de un enfado de última hora producto de la humillación ante el Bayern ni de un pulso con Bartomeu, sino de una decisión muy meditada que no tiene vuelta a atrás. Ni siquiera una hipotética dimisión del presidente (como reclama la oposición y parte del entorno blaugrana) podría dar un vuelco a la situación: la marcha de Messi es irreversible y la única solución que le queda al club blaugrana es negociar un traspaso.
Según ha podido saber Sport, Messi confía en que pueda hacerse valer la cláusula liberatoria que, según el contrato, caducaba el 10 de junio. Los abogados del crack argentino se acogen al espíritu de esa cláusula que especificaba el 10 de junio por ser 10 días después del final de la temporada. Al acabar la temporada el 23 de agosto con la final de la Champions por causa de fuerza mayor (la pandemia del coronavirus) consideran que todavía es vigente.
De todas formas, Messi no quiere entrar en una batalla legal con el Barça (a pesar de haber anunciado su decisión de irse del club a través de un burofax) y espera que Bartomeu, finalmente, entienda que la única salida es aceptar un traspaso cuya cuantía debe ser mucho menor a esos 700 millones de euros que marca su cláusula de rescisión. Los asesores de Messi consideran que el crack podría negociar libremente con cualquier club a partir de enero porque su contrato finaliza el 30 de junio del 2021 y eso obligará al Barça a poner un precio de traspaso asequible, pero siempre por encima de los 100 millones.
De momento, no hay ninguna oferta formal de ningún equipo para fichar a Messi, pero lo más probable es que la situación se precipite en las próximas horas y que el Barça pronto reciba la llamada de algún club. Los que más potencial económico tienen en este momento para afrontar una operación tan compleja y tan costosa son Manchester City y Manchester United, de la Premier, PSG, de la Ligue-1 francesa, y el Inter de Milán, del Calcio.