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¿Cómo viajar? Un dolor de cabeza para los clubes del fútbol nacional

La poca disponibilidad de boletos aéreos obliga a los clubes del balompié venezolano a viajar seis o siete horas en autobuses para disputar sus encuentros

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En el fútbol hay jugadores puntuales que poseen ciertas habilidades naturales para encarar a un contrario dentro de la cancha y poder sacar provecho. Para ello, utilizan regates y jugadas individuales efectivas que les permiten salir victoriosos en los mano a mano que tienen frente a los defensores.

Son estrategias que surgen efectos en determinados momentos. Sin embargo, cuando se viaja seis o siete horas en carretera para llegar al destino y hacer vida en un terreno de juego en malas condiciones; y luego regresar en el mismo autobús al terminar el compromiso, hace más compleja la proeza.

Frente a la situación actual del país y la propia realidad del fútbol venezolano, surge una interrogante necesaria: ¿cómo hacen los equipos y propios jugadores para regatear la crisis y poder obtener la victoria?

Viajar en autobuses y sortear la inseguridad en las carreteras a altas horas de la noche son algunas de las preocupaciones con las que vive el futbolista venezolano en el contexto del país actualmente. Hasta 2015 lo normal era trasladarse en aviones hacia las ciudades más alejadas.

“Sin dudas que afecta viajar en autobús a todos las oncenas. Hay situaciones que escapan de las instituciones que son consecuencias de la situación país, nos afecta y hay que adaptarse”, dijo Fernando “El Colorado” Aristeguieta, jugador del Caracas FC, quien se marchó a Europa con 20 años de edad y en su regreso a Venezuela -cinco años después- le ha tocado vivir las pesadumbres que rodean al “FutVe”.

Fernando Aristeguieta | Foto: Christian Chacón

El Caracas FC ha tenido que trabajar duro para darle la mejor comodidad a sus jugadores y cuerpo técnico en cuanto a los viajes, pero hay cosas que escapan de sus manos. “Cuando habían 10 o 15 viajes para ir a Puerto Ordaz ahora son solo cuatro, por poner un ejemplo. Es difícil conseguir 45 o 50 pasajes para la plantilla”, manifestó Noel “Chita” Sanvicente, director técnico del combinado avileño. 

Las consecuencias

Todo sacrificio tiene sus consecuencias. Los “Rojos del Ávila” han sido ejemplo de combate y brega contra los sobresaltos que se les han presentado a lo largo del campeonato. Para la fortuna del club, pudieron meterse entre los ocho clasificados y pelear por el título, pero antes debieron vivir momentos que preferirían no repetirlos.

“Los viajes en autobús que son muy largos, con el estrés que implica viajar de noche con la inseguridad que hay y con carreteras llenas de huecos”, fueron algunos factores que detalló Aristeguieta.  

Todos estos hechos implican desgaste para cualquier plantilla del balompié criollo. “Después debes llegar a los estadios y estos no tienen el mejor gramado posible, porque seguramente los productos son caros o importados y no se pueden traer del extranjero”, explicó el goleador.

Sumando estos factores, se producen rendimientos no tan buenos en los futbolistas y lo que es peor: las lesiones. El Caracas ha sido uno de los más afectados en ese aspecto, aunque Sanvicente no lo vea como una excusa, ya que la mayoría de las escuadras deben superar las mismas adversidades.

La baja asistencia de fanáticos

Para todo futbolista es motivo de orgullo observar un estadio lleno de personas que pongan el ambiente festivo en las tribunas. El Caracas solía tener un promedio de fanáticos de más de 7.000 personas, pero eso cambió de manera radical en los últimos dos años. Ahora se registra un poco más de 3.000 seguidores por encuentro, salvo que sea un cotejo de más relevancia.

El fanático que quiere ver al equipo capitalino debe pagar 2.800 bolívares la entrada más económica (gradas), aunque en 2.000 bolívares lo canjean estudiantes y niños. En tribuna principal el ticket cuesta 5.000 y en el área VIP está en 9.000. Tomando en cuenta la asistencia común de 3.000 personas en el estadio Olímpico de la UCV (escenario donde el Caracas FC juega sus partidos de local), el combinado debería ingresarle 672.000 bolívares aproximadamente por las 2.400 personas que entran en gradas.

Por las otras 600 personas que frecuentan entre la tribuna principal y VIP, el ingreso sería de unos 400.000 bolívares aproximadamente. Es decir, en un partido común del torneo regular la institución ingresaría poco más de 1 millón de bolívares solo en entradas.

Dicha suma no se compagina con las cifras que pagaría el club en los vuelos más lejanos del itinerario de un torneo corto que vendrían siendo siete, dependiendo el calendario preestablecido (Maracaibo, San Cristóbal, Mérida, Maturín, Trujillo, Barinas y Puerto Ordaz).

Si hay suerte de reservarlo, un boleto para Barinas en avión ronda los 129.325 bs. Esto implica que la institución debe desembolsar 5.819.625 bs si viajan 45 personas de la plantilla, sumando jugadores, cuerpo técnico y equipo médico. En Conviasa, por ejemplo, resulta más complicado adquirir al menos un pasaje.

El guardameta del club avileño Wuilker Fariñez, por mencionar un hecho más reciente, manifestó que aún no sabía cómo ni cuándo iba a viajar el Caracas FC a Valera para encarar a Trujillanos FC el próximo domingo, en la última fecha del Torneo Clausura 2017. Para fortuna del cuadro de la Cota 905 ellos no se jugarán su pase al octogonal en tierras andinas ya que amarraron su cupo el pasado domingo.

El “Colorado” Aristeguieta mostró su preocupación por la merma de fanáticos en los estadios. “La situación económica del país también se ve reflejada en la afición que no asiste a los estadios como nosotros los jugadores quisiéramos. Son situaciones que no son culpa de los equipos sino son consecuencias de la situación  que vive el país”, finalizó.

Los distintos recintos deportivos no escapan de la situación país, mucho menos la gran afición deportiva que debe organizar su bolsillo para asistir a un evento de este tipo. El fútbol lo vive por todo el año. Ahora será la Liga Venezolana de Béisbol Profesional la que tendrá que sortear junto con sus ocho novenas las distintas corrientes turbulentas por las que navega Venezuela, durante los próximos cuatro meses que dura la campaña beisbolera.

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