El plan, según las pruebas reunidas hasta el momento por los investigadores, era evidente: ocultar información a la familia, sobre todo a las hijas. La intención era evitar dar detalles sobre el estado de salud del paciente. No hablar sobre el diagnóstico y el cambio de medicación para eludir preguntas para las que, quizá, no tenían respuesta. Así actuó el grupo de profesionales que se encargó de la internación domiciliaria de Diego Armando Maradona. El astro mundial de fútbol murió el 25 de noviembre pasado en una casa que le habían alquilado en el barrio cerrado San Andrés, en Tigre, donde no habría recibido la atención indispensable que necesitaba por su cuadro médico.
Esa pista surgió después de analizar la información encontrada en los teléfonos celulares de los profesionales bajo sospecha, cuyos chats fueron incorporados al expediente donde se investigan las circunstancias que rodearon la muerte de Maradona.
Los diálogos de WhatsApp no serían las únicas pruebas en manos de los detectives judiciales que podrían echar luz sobre el plan de ocultamiento de información a la familia del excapitán del seleccionado nacional de fútbol.
Para determinar si hubo un delito en las circunstancias que rodearon la muerte de Maradona, el fiscal general de San Isidro, John Broyad, coordina un equipo especial de investigadores, integrado por su dos adjuntos, Cosme Iribarren y Patricio Ferrari, y la fiscal de Benavídez, Laura Capra.
En los más de 17 cuerpos que tiene el expediente, los detectives judiciales hallaron pruebas de que durante las dos semanas que Maradona permaneció en la casa que le alquilaron en Benavídez no se cumplieron con las condiciones fijadas para una internación domiciliaria y que se habían manifestado en el documento en el que los integrantes del equipo médico tratante, Luque y Cosachov, acordaron su externación del sanatorio Olivos el 11 de noviembre pasado, dos semanas antes del trágico final.
Los chats
El 20 de noviembre pasado, cinco días antes de la muerte de Diego, en horas de la mañana hubo un intercambio de chats entre la psiquiatra Agustina Cosachov y el psicólogo Carlos Díaz (conocido como Charly), dos de los imputados. En la comunicación, se habla de tener un zoom semanal con las hijas de Diego para “tenerlas contenidas”.
En la comunicación, el psicólogo envió un mensaje de voz para explicarle a Cosachov su punto de vista: “Mirá, me parece que el tema es el siguiente: tal vez el chabón [por Maradona] tiene dos días magníficos, cuatro días de terror, un día bueno, tres días malos, dos días buenos y es como difícil porque, digo, me parece como apresurado hablar de algo porque no, para mí estamos hoy en arenas movedizas, no sabemos donde estamos parados. Entonces, yo esperaría un toque más la evolución del chabón [Diego] hasta que haya un cierto nivel de estabilidad. Fijate, el mensaje que tiré yo es: objetivos. Yo no me pongo contento si hoy comió y se cagó de risa porque mañana lo más probable es que esté todo mal. Entonces, yo quiero dejar siempre asentado esto: objetivos. Abstinencia y toma de medicación y que morfe [sic] obvio y que duerma. Si pasa eso está todo bien, el resto: tiempo, viste. ¿Sabés que va a pasar en el zoom?: ‘¿Y cuándo va a mejorar? ¿Y qué va a pasar? ¿Y ahora qué hay que hacer? ¿Pasos a seguir?’… Entonces, me parece que habría, en ese sentido, que cuidarse, viste. Me parece. Y por lo menos ver un poco más la evolución, porque si se le cambia la medicación, después preguntan ‘¿y por qué?’ ¡Son bravas! [por Dalma y Gianinna]”.
Tres días antes de esa conversación, es decir el 17 de noviembre pasado, hubo otro intercambio de ideas entre Cosachov y Díaz donde se expresó la intención de “sacar del medio” a los enfermeros que cumplían funciones en la casa del barrio San Andrés. Según el diálogo, había que inducir a que la decisión fuera tomada por las hijas.
Esa tarde, Díaz le reenvió a la psiquiatra mensajes que le llegaban de la casa de San Andrés donde le informaban que el paciente se había levantado y que en la casa estaba Leopoldo Luque, el neurocirujano bajo sospecha y que Diego estaba “sentado lo más bien en la cama”.
Después de una pregunta de Cosachov sobre qué debían hacer, Charly Díaz respondió: “Pasarle pelota [sic] a hijas y sacar gente”. Ante la pregunta de la psiquiatra de “¿cómo sería pasar pelota?”, el psicólogo respondió: “Que decidan ellas. Las induzco a que digan que hay que sacar enfermeros”. Entonces, la médica dijo: “Excelente” y, después, su interlocutor sostuvo: “No dejar 24×7 [todo el día, toda la semana]. Pero que salga de ellas”.
En la comunicación incorporada al expediente parecería que Cosachov, siendo psiquiatra, recibía órdenes e indicaciones de Díaz, de profesión psicólogo.
Había un antecedente. El 13 de noviembre pasado fueron desplazados los acompañantes terapéuticos que 48 horas antes habían comenzado a trabajar con Maradona y que habrían logrado ganar su confianza.
Hubo más comunicaciones entre Díaz y la psiquiatra donde queda en evidencia la estrategia de no dar mucha información a las hijas de Maradona. Por ejemplo, el 11 de noviembre pasado, dos semanas antes de la muerte de Diego y la fecha donde comenzó la internación domiciliaria en Tigre, Cosachov escribió: “Yo me encargo tranqui. Decía que entre nosotros actuemos en unidad con las chicas, que no haya filtraciones”.
La mañana del 19 de noviembre pasado, Cosachov le envió un audio a Díaz donde le dijo: ”Me parece que es prudente y precavido que nosotros, como estrategia, primero nos pongamos de acuerdo con las cosas que vamos a decir porque sino quedamos como que uno dice una cosa y otro dice otra. Vayamos por la misma línea, no digamos diagnóstico a la familia excepto que nos pregunten. La información: lo justo y necesario, me parece..no sé, porque si no nos terminan quemando la cabeza”.
Un testigo dijo que no era necesario operar a Maradona
Entre las pruebas incorporadas en el expediente también figura la declaración testimonial de un neurocirujano que manifestó que la patología que sufría Maradona en la cabeza no era operable y recomendaba que el astro del fútbol mundial siguiera internado con la metodología de “un tratamiento clínico”.
“Debido a las imágenes halladas en la tomografía, al cuadro clínico y a la información recabada por mis colegas sugiero mantener respecto del paciente una ‘conducta expectante’, con estrictos controles clínicos para analizar constantemente su evolución”, expresó el neurocirujano en su declaración testimonial.
El especialista revisó a Maradona el 3 de noviembre pasado, cuando este fue llevado al sanatorio Ipensa de La Plata debido a que tenía un edema subdural, después que el capitán del seleccionado argentino de fútbol concurriese a la inauguración del torneo de primera en el estadio de Gimnasia, el día de su cumpleaños.
“Cuando me mostraron la tomografía, observo una imagen compatible con un hematoma subdural / higroma subdural, con un mínimo efecto de masa donde se aprecian surcos cerebrales por debajo de la colección. Este cuadro se corresponde a una coleccción líquida y se puede corresponder a un hematoma subdural crónico o a un higrama”, explicó el médico en su declaración realizada a fines de diciembre pasado.
Para llegar a ese diagnóstico, el testigo evaluó los estudios realizados a Maradona con un neurólogo y un médico clínico. El especialista describió que comunicó la conclusión sobre la revisión que hizo de la tomografía computada realizada a Maradona a dos personas de seguridad y al kinesiólogo, que no era personal del sanatorio, que le hacía masajes en los pies del paciente. Cuando el neurocirujano les preguntó si comprendían cuál había sido el diagnóstico y cuáles eran los pasos a seguir, respondieron que “sí”.
“A los 15 minutos hice llamar al doctor Luque, que estaba en el lugar de internación, y le expliqué cual era el diagnóstico de Maradona y la conducta tomada por el equipo del sanatorio, es decir, que por el cuadro que presentaba no era momento apropiado para operar al paciente, entendiendo que no era quirúrgico en ese momento, sin perjuicio de lo cual debería seguir internado para control y tratamiento”, relató el neurocirujano que atendió a Maradona.
El médico recordó que “lo tomó por sorpresa” la decisión de trasladar a Maradona a otro centro de salud y que no sabía quién había ordenado que lo llevaran a otra clínica y desconocía por qué lo operaron.
Uno de los 24 puntos de pericia que deberá responder la junta médica que, a partir del 8 del mes próximo evaluará el desempeño de los médicos que atendieron a Maradona, apunta que se responda “cuál era la patología que el paciente presentaba el 3 de noviembre pasado, debiendo expedirse si la cirugía practicada tenía criterio o indicación médica de intervención quirúrgica urgente. Asimismo, deberán determinar si la misma pudo tener injerencia directa en la afección que ocasionó su deceso”.
Mientras que en otra pregunta del listado, los responsables de la investigación pidieron que los científicos de la junta médica respondan si entre las pruebas incorporadas en el expediente surgen controles y estudios adecuados para verificar su condición y evolución cardiológica entre el 1° de octubre y el fallecimiento de Maradona.
La batería de preguntas que deberán ser analizadas por la junta médica apuntan a buscar respuestas sobre si la internación domiciliaria de Maradona en la casa del barrio San Andrés, de Benavídez, en Tigre tenía las condiciones fijadas por el Ministerio de Salud y si a Maradona le suministraron la medicación correcta, de acuerdo a las patologías que sufría.
Además, los investigadores solicitaron a los científicos que respondan si las alertas sobre hinchazones o ronquidos expuestos por Maradona hubieran requerido una respuesta médica distinta a la que tuvo de parte de los profesionales que lo atendían.
En tanto que las últimas preguntas apuntan a tratar de establecer si las conductas de las personas que estaban en la casa del country San Andrés, el 25 de noviembre pasado, “al momento de hacerse evidente el estado crítico de la víctima, fue acorde a los protocolos y el buen arte de curar”.
Gustavo CarabajalGabriel Di Nicola
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