Parecía inevitable que Carlos Carrasco sería el ganador del Premio Roberto Clemente, uno de los galardones más prestigiosos que entregan cada año en las Grandes Ligas. Su historia ha motivado decenas de artículos y reportajes, incontables lágrimas y aplausos. Pero la distinción, que finalmente recibió este viernes, va más allá de la mera anécdota, esa que le tiene como una víctima de la leucemia que lucha con denuedo contra la enfermedad.
Carrasco ha ganado la distinción en su equipo los últimos cinco años. Es un lustro como finalista, gracias al voto de sus propios compañeros, que conocen de primera mano la intensa labor comunitaria y de beneficencia del nativo de Barquisimeto.
Es el primer venezolano que consigue el reconocimiento, que rinde homenaje al inmortal puertorriqueño, fallecido el día de Año Nuevo de 1973, mientras transportaba víveres y auxilios a Nicaragua, para socorrer a los afectados por el devastador terremoto de Managua.
La ausencia de la embajada nacional en el cuadro de honor no significaba que los corazones de sus integrantes latieran solamente para sí mismos. Peloteros como Carrasco, Eduardo Escobar y Miguel Cabrera aparecen con regularidad anual entre los nominados y todos los seis latinos que resultaron ganadores en sus clubes en 2019 tienen pasaporte vinotinto.
El larense, sin embargo, pintaba como claro favorito esta vez, debido a la historia que protagoniza desde junio, cuando fue diagnosticado con leucemia mieloide crónica, y sobre todo debido a que su obra social es cada vez más grande y comentada.
Uno de los primeros pasos que dio Carrasco al saber de su enfermedad fue crear una fundación para conseguir recursos que ayuden a luchar contra este mal en infantes. Es otra fundación para quien desde hace mucho tiempo ha destacado tanto en el diamante, por su efectiva manera de lanzar, como fuera de los terrenos, por su preocupación por los demás.
El barquisimetano y su esposa participan con frecuencia en actividades realizadas en escuelas y comunidades menos favorecidas en Cleveland. Durante el receso invernal, cocinan y reparten 500 almuerzos cada domingo entre personas en estado de pobreza en Tampa, donde residen. En noviembre, durante un viaje a África, donaron 70.000 dólares, además de zapatos, camisas y morrales, para apoyar poblaciones humildes allá. Su figura está asociada repetidamente con noticias así en Estados Unidos.
Se conoce menos su esfuerzo en su propio país, porque no lo publicita. Pero en el pasado ha hecho donaciones en dinero y medicamentos, y solo en mayo pasado entregó 300.000 dólares para atender a venezolanos migrantes en Cúcuta, a través de la Casa Venezuela, todo mientras mantiene lazos con entidades de salud en Carora y Maracaibo. En diciembre repartió 25.000 dólares en juguetes entre niños de Valencia y la prensa estadounidense reporta que continúa haciendo aportes periódicos para ayudar a sus compatriotas refugiados más allá de las fronteras.
“Todos saben lo que está pasando en mi país”, declaró Carrasco este viernes, en una conferencia con varios medios del norte, parcialmente publicada por el diario Cleveland Plain Dealer, entre otros. “Para ser honestos con ustedes, hay muchas personas que no tienen comida ni medicamentos. Por lo tanto, hay muchas personas que mueren por no tener nada para comer ni para tratarse”.
“Para mí”, añadió, “significa mucho contribuir a mi país. Pero creo que es algo que va más allá de eso. Obtener el Premio Roberto Clemente tiene un gran valor para mí y para mi país, porque todos saben lo que está sucediendo”.
Ahora muchos sabrán también de su labor benéfica por los demás. Es un émulo del legendario astro de Puerto Rico, cuyo legado crece cada año con ejemplos así.