BÉISBOL

Venezolanos intentan aparcar la crisis con la Serie del Caribe

por Avatar AFP

Con la gorra tricolor, camisetas vinotinto y algunos insultos contra Nicolás Maduro, exiliados de una Venezuela en crisis se hacen sentir estos días en el estadio Rod Carew de Panamá, durante la Serie del Caribe de beisbol.

Llegan para apoyar a los Cardenales de Lara, el equipo representativo de Venezuela en el torneo, que se ha convertido en una mínima válvula de escape para que muchos venezolanos intenten aparcar por un rato los graves problemas que enfrenta su país.

Algunos ni siquiera son seguidores de Cardenales, pero acuden al estadio para encontrarse con sus connacionales. En medio de la crisis, consideran que un triunfo de Venezuela tendría un sabor especial.

«Anímicamente todo triunfo venezolano afuera es una emoción y entre todo lo malo, una buena noticia es lo mejor», dijo a AFP Simón Soto, un ingeniero venezolano radicado en Panamá desde 2016 y fanático de los Navegantes del Magallanes.

Llevaba más de tres años sin ver en directo un juego de béisbol, hasta que decidió ver a Cardenales frente a Leñadores de las Tunas de Cuba en la Serie del Caribe. «Es una emoción volver a ver a estos paisanos, ver la pelota venezolana, reunirnos, porque más que todo es un compartir entre venezolanos», añadió.

Si Venezuela se lleva la corona «sería un triunfo bien especial, una alegría dentro de la tristeza que se está viviendo allá, sería algo chévere (bueno)», indicó a AFP María Fernanda Vivas.

Momento de esperanza

Venezuela vive una grave crisis económica y social, con escasez de alimentos y medicinas, una inflación descontrolada y aproximadamente 2,3 millones de exiliados desde 2015, según la Organización de las Naciones Unidas.

La situación del país suramericano se agravó considerablemente después de que el líder opositor Juan Guaidó se juramentara el pasado 23 de enero presidente interino de Venezuela y fuera posteriormente reconocido por más de 40 países

«Estamos viviendo un momento de mucha esperanza, y una victoria sería otro motivo para celebrar. Creo que pronto va haber muchas más cosas que celebrar», dijo esperanzado el piloto Luis Montero, con la camiseta de Cardenales.

Luego de dos partidos disputados, Venezuela se mantiene invicta, por lo que crecen las expectativas de alcanzar un título que no logra desde 2009 con los Tigres de Aragua. Sin embargo, Naomí Velásquez, una joven venezolana que lleva cuatro años en Panamá, advierte que «para todos es una ilusión que participemos y que ganemos en algo, pero esto no va cambiar todos los problemas que hay en el país».

Memorias para toda la vida

La Serie del Caribe inicialmente se iba a celebrar en Barquisimeto, casa de Cardenales, pero fue cambiada a última hora a Panamá por la turbulencia en Venezuela. Ese cambio produjo amenazas de demanda y una fuerte reacción de Maduro, quien llamó «sucios, ladrones e inmorales» a los directivos del beisbol caribeño.

«Estamos de acuerdo que la Serie del Caribe no fue en Venezuela ya que el país no está, supuestamente, para estar de celebraciones. Para buscar una Serie del Caribe, para llevar extranjeros, el país no está para eso», señaló Néstor Molina, pitcher de los Cardenales.

«No importa donde juguemos, porque el objetivo es ganar la Serie y llevarnos esa alegría al país de Venezuela, que en este momento lo necesita mucho», dijo Molina. 

A Panamá ha viajado incluso la mascota del equipo, de nombre Guarito, una especia de pájaro que viste los colores de cardenales y que pone al público a bailar con sus toscos movimientos. En un momento de descanso, Gustavo Hernández, quien da vida al personaje, comentó que el cambio de sede fue una «sorpresa».

«Nosotros no esperábamos venir a Panamá porque ya todo estaba preparado (en Barquisimeto). Yo iba a ser la mascota oficial de la Serie del Caribe. Eso fue una sorpresa porque todo el mundo quería ir para allá», lamentó Hernández.

En referencia a los fanáticos venezolanos, el mánager de Cardenales, José Moreno, destacó: »Son memorias que te quedan para toda la vida (…) cada grito, cada llanto, cada lágrima que ellos botan».