A diferencia de la exactitud científica que detalla la propagación de un virus en determinada población, no se sabe por qué los bajones ofensivos son tan contagiosos en el beisbol. Es una epidemia que afecta cada año a todos los equipos profesionales y que está tan arraigada al juego que se considera parte de él. Las últimas víctimas de un pegajoso slump fueron los Reales de Kansas City.
Entre el 24 de agosto y el 3 de septiembre los monarcas dejaron un promedio colectivo de .220 y un OPS (embasado y slugging) de .600. La cúspide de la sequía de batazos estuvo en la racha de cuatro juegos (del 25 al 28 de agosto) en la que resultaron blanqueados. Si bien es el pelotero franquicia de la organización, el receptor Salvador Pérez no es ajeno al contagioso bajón.
sas City, 7 a 6, sobre los Tigres de Detroit. El careta le desapareció la bola al zurdo Daniel Stumpf, en el séptimo inning.
El jonrón fue su primero desde el 28 de julio.
A pesar de la aridez de su fuerza en las últimas semanas, todavía está cerca de adueñarse del récord de más vuelacercas para un receptor venezolano en una temporada de las Grandes Ligas.
Pérez ya acumula 22 bambinazos, lo que es su cifra tope, y está a solo un gran batazo de igualar al retirado Ramón Hernández, quien posee la marca para un catcher gracias a los 23 estacazos que pegó en 2006.
En el mismo juego, el campocorto Alcides Escobar produjo la carrera definitiva con su cuarto cuadrangular de la temporada.
El pitcher víctima del varguense resultó el derecho Drew VerHagen.
Otro torpedero que mostró la fuerza ayer fue Orlando Arcia, pero en la derrota de los Cerveceros de Milwaukee, 5 a 4, ante los Rojos de Cincinnati.