La propuesta podría parecer vergonzosa y hasta inmoral. Inoportuna. Aún se escuchan los sollozos por su desaparición física y ya estamos pensando si Roy Halladay tendrá oportunidad de llegar al Salón de la Fama de las Grandes Ligas a partir de 2019, cuando su nombre aparezca por vez primera entre los aspirantes al templo en Cooperstown. ¿Puede haber algo más importante que la vida misma? ¿De no haber caído el lanzador con su pequeño avión en las aguas del golfo de México el pasado 7 de noviembre, estaríamos desde ya vislumbrando una posibilidad que al menos solo se materializaría dentro de unos trece meses? Sí, al parecer estamos fuera de tiempo y lugar.
Lo que sí acude presuroso en ayuda de quienes desde ya elucubramos sobre el futuro de Halladay ante su ausencia definitiva a los 40 años de edad, es que el derecho posee genuinos antecedentes para ingresar al templo de la gran carpa donde estuvo en combate entre 1998 y 2013 con los Azulejos de Toronto y los Filis de Filadelfia. Por cierto, en combate en el frente de batalla, luego de una breve pasantía por la Liga Venezolana de Beisbol Profesional durante la temporada 1997-1998 con los Cardenales de Lara.
“Cuando me enteré de su muerte, recordé dos cosas”, contó Alfonso Saer, la voz del circuito radial de los Cardenales. “La primera, su tremendo duelo contra Omar Daal en el segundo juego de la final contra los Leones del Caracas. El Cardenales había perdido el primer juego en el Universitario, y necesitaba urgentemente igualar la serie para no ir abajo a Barquisimeto. El manager Omar Malavé le dio la bola a Halladay y respondió con creces. El juego quedó 2 a 1 y Halladay fue el ganador”.
Halladay solo apareció en cinco encuentros en la temporada regular y dejó registro de 1 y 1 que quizás no evidencia su aporte a la causa de los Cardenales. Pero en 22 entradas marcó efectividad de 1.64 con nueve ponches y tres bases por bolas. Nada mal para un joven de 20 años de edad con solo tres campañas de experiencia en el sistema de sucursales de los Azulejos.
“Lo otro que recordé fue su principal lanzamiento, la slider”, continúa Saer. “Vino con el Cardenales especialmente a perfeccionarla. Era una slider cortica pero que rompía con violencia al llegar al home. Cualquiera podía darse cuenta de que iba a llegar lejos. Era un pitcher guapo. De esos que siempre estaba dispuesto a lanzar la cantidad de innings necesarios si de eso dependía la victoria de su equipo”.
Paradójicamente, Halladay completó más episodios entre la semifinal y la final que los acumuladas en la ronda eliminatoria. En la semifinal superó al Magallanes 5 a 3 en Barquisimeto y a los Caribes de Anzoátegui 14 a 3 en Puerto La Cruz, para más tarde abrir en dos oportunidades frente a los Leones en la final y completar un registro en postemporada de 3-1 con 36 capítulos de labor, camino a la corona para Lara.
“El primero que me habló de Halladay fue Omar Malavé, que esa temporada era el manager del equipo”, relata Humberto Oropeza, presidente de los Cardenales. “Ya entonces teníamos una estupenda relación con la organización de Toronto, y Malavé nos contó de un pitcher bastante joven con muy poca experiencia pero con un gran talento. Que porqué no hablaba con la gente de los Azulejos a ver si le daban permiso para venir a Venezuela. Llegó en la segunda mitad de la temporada y nos ayudó a llegar a la Serie del Caribe, que se montó en Puerto La Cruz en febrero de 1998”.
Con los entrenamientos primaverales a la vuelta de la esquina, y una oportunidad de unirse a la rotación de abridores de los Azulejos en la campaña de 1998, Malavé le concedió a Halladay el honor de ser el pitcher abridor del primer encuentro de la Serie del Caribe ante los Venados de Mazatlán, campeón de México. Dejó el juego sin decisión pero su actuación contribuyó al triunfo 4 a 2.
¿Y el Salón de la Fama de las Grandes Ligas?
No queremos ser extremistas. A fin de cuentas serán los miembros de la Asociación de Cronistas de Beisbol de Estados Unidos quienes decidan si ingresará. Sin embargo, sus logros colocan a Halladay con un pie más allá de la línea que establece estar dentro del pabellón. Sus estadísticas son una nítida expresión de lo dicho por Saer: siete veces líder en juegos completos y en otras cuatro en entradas lanzadas, mientras fue el primero en la Liga Americana con 22 victorias en 2003 y de la Nacional con 21 en 2010, actuaciones que le valieron el premio Cy Young, el segundo de forma unánime. Dejó un balance de 203 triunfos y 105 reveses.
La presentación de Halladay al Salón de la Fama en 2019 dispondrá de un respaldo adicional. Su juego perfecto contra los Marlins de Florida y su sin hits ni carreras sobre los Rojos de Cincinnati, ambos en 2010. Ah, tendrá otro incentivo para sus aficionados en estas latitudes. Estará disputando los votos junto con un venezolano de peso que también se estrena en busca de la inmortalidad, Omar Vizquel.
El dato
Halladay es junto con Roger Clemens, Randy Johnson, Pedro Martínez, y Max Scherzer, el único con el premio Cy Young en ambas ligas.