Más allá de válidas consideraciones, como aupar al equipo preferido, o simplemente disfrutar del juego como Dios manda, siempre se acude al escenario con el íntimo deseo de ser testigo de un hecho excepcional. Si es que puede afirmarse que en el beisbol hay actos “excepcionales”.
Y fue una de esas motivaciones la que nos llevó a presenciar la noche del 23 de abril de 1999 frente al televisor, el encuentro entre los Cardenales de San Luis y los Dodgers de Los Ángeles.
Quizás la razón principal de la cita no era otra que pasar el tiempo mientras nos vencía el sueño. Era un viernes, la excusa predilecta para ir a la cama un poco más tarde de lo habitual, sin dejar pasar por alto que los juegos nocturnos en la ciudad de Los Ángeles suelen comenzar en el Este, no antes de las 10 pm.
Y como al inocente Dios lo ayuda, el suceso “insólito” llegó justo antes de que el cansancio acumulado durante la semana se impusiera al empeño de seguir la acción lo más lejos posible. En la parte alta del tercer episodio, Darren Bragg, el colombiano Edgar Rentería y Mark McGwire, los tres primeros en el orden ofensivo del manager Tony LaRussa, batearían por los Cardenales, abajo en la pizarra 2 a 0.
Bastaría decirles, que ni antes ni después en las memorias de las grandes ligas, se vio algo semejante. Ante los envíos del coreano Chan Ho Park, pitcher abridor de los Dodgers, San Luis anotó once carreras, ocho de ellas remolcadas por el dominicano Fernando Tatís, que se convirtió en el primer bateador en dar dos jonrones con las bases llenas en una misma entrada. Sin embargo, eso no fue todo, lo que ya es mucho decir.
A título de paréntesis en medio de esta historia, permítanme explicarles cómo por muy satisfactorio y prolongado que haya sido nuestro trayecto profesional, los periodistas vivimos con la “frustración” de no haber podido realizar una entrevista en particular. Pregúntele a cualquiera de nosotros, y siempre, de lo más recóndito de su memoria, extraerá alguna. Frustración que parte del dinamismo de este oficio, en el que de cada segundo surge una novedad.
Es por ese oculto deseo que no sé si podré satisfacer alguna vez el preguntarle al manager de aquellos Dodgers, Davey Johnson, por qué Park aún se hallaba sobre la lomita cuando Tatís regresó a batear con tres corredores en base en ese tercer inning.
Dentro del marco del juego los motivos pueden ser varios. Por ejemplo, el partido todavía se encontraba en el tercer tramo. ¿Pretendió Johnson darle otra oportunidad a Park en medio de la hecatombe? Después de todo, no era un lanzador más del equipo. Era el abridor número uno como lo demostraban los números. Entre 1997 y 2000, ganó 14, 15, 13 y 18 juegos, y en tres de esas temporadas, fue el líder de los Dodgers en esa categoría.
¿Y el bullpen? ¿Acaso no había siquiera un relevista capaz de detener la ofensiva de los Cardenales, y en particular la de Tatís? Bueno, al menos en esa campaña de 1999, los relevistas de los Dodgers salvaron 37 desafíos, 34 solo de Jeff Shaw. Probablemente allí esté uno de los motivos por los que Los Ángeles concluyó en el tercer lugar en el Oeste de la Liga Nacional, a 23 juegos de la punta.
La exhibición de poder de Tatís no fue un evento aleatorio. Que el manager LaRussa lo ubicara inmediatamente después de McGwire en el orden ofensivo de San Luis, algo nos debe sugerir. Ese año, el quisqueyano despachó 39 cuadrangulares, solo aventajado entre los bateadores de los Cardenales por los 65 de McGwire.
Por último, repasemos la entrada. Pudiera ofrecernos alguna pista que permita develar el “misterio” que rodea al alto mando de los Dodgers. El capítulo comenzó con un sencillo de Bragg, un pelotazo a Rentería y otro sencillo de McGwire, justo antes del primero de los vuelacercas de Tatís. J.D.Drew entregó el primer out con un rodado por la inicial, pero el cubano Elí Marrero descargó otro jonrón y San Luis se alejó 5 a 2.
Park caminó al dominicano Plácido Polanco y a Joe McEwing. El quisqueyano José Jiménez tocó para sacrificarse, y en jugada de selección, nuevamente las almohadillas estuvieron llenas. El inicialista Eric Karros cometió un error para la sexta anotación del inning, y en medio de una discusión, el manager Johnson fue expulsado. Lo reemplazó Jim Tracy. Siguió un sencillo impulsor de Rentería y un elevado de McGwire al jardín derecho para el segundo out. Entonces nuevamente Tatís llegó al home con tres hombres en base.
En este punto la pregunta a Johnson pudiéramos trasladarla a Tracy o al coach de lanzadores Charlie Hough, pero solo tomaron cartas en el asunto luego del segundo estacazo de Tatís para sustituir a Park por el dominicano Carlos Pérez, que retiró a Drew con un elevado por la tercera almohadilla para el tercer out.
Como ya podrán suponer, al caer el tercer out apagamos el televisor y fuimos a dormir. ¿Qué otra cosa tan estrafalaria podía ocurrir? San Luis 11 Los Ángeles 5.
Quién quita que un día de estos nos tropecemos con Davey Johnson y nos expliqué su por qué.
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