Los 1.000 hits en Venezuela son una cifra mítica. El adjetivo no está mal empleado. En toda la historia de la LVBP solo siete hombres han llegado y superado el guarismo. A algunos les ha costado más que a otros. Por ejemplo: Tomás Pérez celebró su millar de imparables con 41 años de edad, al igual que Luis Sojo.
Pero, haciendo a un lado a las dos excepciones mencionadas, hay un patrón en la mayoría de los más grandes hitteadores del circuito: dan los 1.000 incogibles entre los 36 y los 38 años. Teolindo Acosta y César Tovar lo hicieron con 36 primaveras, en las campañas 1973-1974 y 1976-1977, respectivamente.
Luis “Camaleón” García, el primero en conseguirlo, lo logró con 37 almanaques de nacido, en la zafra 1966-1967. También era la misma edad de Robert Pérez, en la temporada 2006-2007, cuando derribó la barrera. El más longevo en realizar la gesta fue, casualmente, el que más cohetes coleccionó Víctor Davalillo –quien dio 1.505 hits-. El paleador zurdo llegó a los 1.000 con 38 años, en la 1974-1975.
José Castillo posee el mismo ritmo de los cinco legendarios, casi todos miembros del Salón de la Fama de la LVBP –el único que no ha tenido el honor es Pérez, pero quien será exaltado apenas aparezca en las papeletas, en 2019-.
El Hacha, pseudónimo del experimentado pelotero de los Tiburones de La Guaira, está a solo 43 hits de los 1.000 y cuenta con 36 calendarios de vida. Las proyecciones lo llevan, en el peor de los casos, a incluirse en el club del millar la próxima temporada.
“Yo creo que eso es gracias a la dedicación que tuve durante toda mi carrera. Admito que a veces uno se pierde, hay malos momentos, pero trabajé más duro cuando eso ocurría. Conseguí una disciplina. Ojalá llegue a los 1.000 hits tan joven”, dijo Castillo que necesita una campaña de 73 imparables para arribar a la mítica cifra antes del final de la actual ronda regular, y ese es un número al que ha llegado o superado en cinco ocasiones en su carrera de 18 temporadas. “Creo que fue cuando quedé campeón bate de la liga (2007-2008 con .385 de promedio), y vi que habían muchos grandes peloteros, y yo siendo joven gané el título, me di cuenta de que podía ser uno de los mejores bateadores de la liga”.
Aun falta mucho beisbol para ver si Castillo será el octavo miembro de la cofradía de los 1.000 hits, pero ya tiene un plan para la pelota que funja como recuerdo del momento: se la regalará a su familia, como acto de agradecimiento a su mamá, Caridad Rondón.