José Altuve completó el martes los primeros 1.000 juegos de su carrera y resultó inevitable no empezar a sacar cuentas, hacer malabares estadísticos y establecer comparaciones con grandes leyendas de las Mayores.
Era imposible que no asomara el nombre del mismísimo Pete Rose. Es proverbial el periódico contraste entre lo hecho por el venezolano y lo que en su momento iba consiguiendo el Rey del Hit, cuyo lugar en Cooperstown quedó vacante por sus meteduras de pata fuera del terreno.
No es algo azaroso, aunque todos estos ejercicios no pasen por ser más que la búsqueda de una curiosidad. El intermedista de los Astros de Houston, después de todo, es el bateador con mejor frecuencia hiteadora en los tiempos recientes, el único con una seguidilla vigente de cuatro temporadas sobre 200 imparables, el único con cuatro lideratos corridos en la Liga Americana en este siglo.
Esos 1.272 inatrapables que sumó Altuve hasta el martes permiten soñar con grandes cosas.
Rose se retiró con 4.256 cohetes, una cifra que parece insólita. Durante décadas pareció imposible que alguien diera caza al incombustible Ty Cobb, que conectó 4.189 gracias que jugó durante muchísimo tiempo, más de dos décadas, y a que bateó con un ritmo que luce imposible de emular en la actualidad, pues dejó .366 de average global.
¿Cuántos toleteros quisieran tener al menos una cosecha, una sola, sobre .360 puntos? Pues Cobb promedió eso durante más de 24 años. Un verdadero fenómeno.
También lo fue Rose, que también se mantuvo activo por 24 zafras, sin dejar de producir. Claro que contó a su favor con el calendario, que se expandió a 162 juegos, en lugar de los 154 que le tocó al Melocotón de Georgia. Aunque la durabilidad del otrora camarero caraquista va un poco más allá, pues el patrullero de los Tigres de Detroit tuvo una media de 127 cotejos anualmente, contra 148 de Carlitos Batalla.
Así que, como se ve, no sólo el calendario ayudó al número uno de todos los tiempos. Fue su asombrosa constancia lo que le permitió sumar 3.562 encuentros, contra 3.034 de Cobb.
Ese es el punto al que queríamos llegar hoy. Altuve llegó a los 1.000 duelos con más indiscutibles que Rose (1.231), Craig Biggio (el número uno en la franquicia del venezolano, 1.038) y Rod Carew (el latinoamericano con más conexiones a tierra de nadie hasta este año, 1.226). Es asombroso, una feliz coincidencia. Pero eso únicamente nos dice cuán bueno ha sido hasta ahora este nativo de Puerto Cabello, criado en Maracay. No nos dice hasta dónde va a llegar.
Allí está el caso de Cobb. Aquel 3 de septiembre de 1912, el día que llegó a 1.000 juegos, largó dos indiscutibles y llegó a 1.405 en su carrera. Asombroso.
Hablar de 4.000 hits es todavía una exageración. No digamos ya la posibilidad de alcanzar a Rose.
Hay buenas razones para creer que Altuve puede convertirse en el segundo venezolano sobre 3.000 imparables, una cifra que pronto inaugurará Miguel Cabrera. Pero para cruzar los tres millares necesita mantener el ritmo actual durante otros ocho años. Y luego de eso, tendrá que jugar a tope otros ocho, para ver si es capaz de dar caza al Rey del Hit.
¿Podrá llegar a tanto? Es imposible asegurarlo hoy, aunque las proyecciones digan que sí. Hay que esperar. Y será divertido hacerlo.