Durante las últimas décadas ha existido una tendencia en el beisbol de las Grandes Ligas en la que los equipos de la Liga Americana suelen ser más competitivos que sus pares de la Liga Nacional.
Hay bases estadísticas suficientes para realizar tal aseveración. Desde el año 2000 hasta 2018, los representantes del nuevo circuito han ejercido un dominio casi absoluto al obtener la mayor cantidad de triunfos en los juegos interligas y dejar un porcentaje de victorias de .530, al menos 10 puntos más que sus rivales vetustos.
En los Juegos de Estrellas el autoritarismo de la Americana se mantiene después de ganar 13 de sus más recientes 16 enfrentamientos, 6 de ellos de manera consecutiva.
Aunque toda esta situación se vislumbra para tener un cambio drástico tan pronto como en la justa 2019, después de que un buen número de divisas de la Liga Nacional reforzaron sus filas; de tal manera, que al menos siete cuentan con posibilidades reales de quedarse con trofeo de la Serie Mundial.
En un análisis sobre los posibles candidatos a erigirse como campeón es imposible no empezar nombrando a los remozados Filis de Filadelfia. Los cuáqueros realizaron una serie de cambios y contrataciones en procura de acabar con la sequía en la que sucumbieron tras el título de 2008. La más rimbombante de ellas fue la super estrella Bryce Harper, al que le otorgaron un bono multimillonario por su firma para los próximos diez años, pero del que esperan que comience a generar dividendos lo más pronto posible.
El estelar toletero y ex figura de los Nacionales de Washington le brinda un salto de calidad importante a los dirigidos por Gabe Kapler, sobre todo por lo que pueda aportar en la parte media de la alineación junto con el también recién adquirido y no menos significativo, J.T Realmuto.
Este par de jugadores forma parte del presente del beisbol estadounidense y ahora tendrán la oportunidad de compartir conocimientos y unirse por la causa de una escuadra de Filadelfia, que anhela recuperar terreno en la División Este de la Liga Nacional.
La profundidad de los campaneros es tanta, que un hombre de la talla y calidad del venezolano Odúbel Herrera no tiene un cupo asegurado dentro de una plantilla en el que el gran enigma quizás está en su cuerpo de lanzadores, encabezado por Jake Arrieta y Aaron Nola.
Vincent Velásquez, Nick Pivetta y Zach Eflin, otros serpentineros que completan la rotación abridora, no son garantías de éxito, a pesar de que las expectativas generadas en el entorno de cada uno al inicio de sus carreras eran altas.
Para los Filis tampoco es que resulta una tarea del todo sencilla, porque en su misma división existen otros dos conjuntos con suficientes argumentos como para contender por el banderín y también por la corona absoluta: los Mets de Nueva York y los Bravos de Atlanta.
Tanto los metropolitanos, como los georgianos, fortalecieron de igual modo sus filas con toleteros de alto calibre y vasta experiencia en el big show. Ambos clubes, además, poseen una ligera ventaja con respecto a los Filis en el departamento del pitcheo. El de los Mets es catalogado como uno de los mejores de todo el torneo, mientras que el de los Bravos está entre los que mayor potencial posee gracias a los brazos de Mike Foltynewycz y el joven talentoso Mike Soroka.
Si Nueva York y Atlanta logran combinar el rendimiento de sus lanzadores con la ofensiva, la lucha por el Este será férrea de principio a fin; sin descartar lo que pueda ser la actuación de los Marlins de Miami y los Nacionales de Washington, quienes a pesar de ser los más débiles del grupo, tienen elementos con atributos necesarios para causarle estragos a cualquier adversario.
En el Centro. Si bien todos los focos apuntan a lo disputado que se perfila el Este, en la División Central surge el nombre de los Cerveceros de Milwaukee. Ya el año pasado dejaron en evidencia de lo competente que son y con prácticamente el mismo núcleo de jugadores pretenden volver a pelear por el cetro.
Con el vigente Jugador Más Valioso a la cabeza, el jardinero Christian Yelich, los espumosos se erigen como los más potentes por encima incluso de los siempre peligrosos Cardenales de San Luis y los Cachorros de Chicago. Un efectivo staff de escopeteros, balanceado en cada una de las funciones (relevo largo, relevo intermedio y cerradores), aunado a los bates del propio Yelich, el venezolano Jesús Aguilar y los estadounidenses Travis Shaw y Mike Moustakas hacen que los especialistas cifren ciertas esperanzas de campeón sobre ellos.
La única asignación pendiente para Milwaukee, es demostrar que están capacitados para ser exitosos en la postemporada, algo que les faltó sobre el final de la campaña pasada cuando se quedaron en el camino frente a los Dodgers de Los Ángeles.
Los Rojos de Cincinnatti, cuya nómina sufrió una radical transformación en el reco entre temporadas con la llegada de Matt Kemp, Yasiel Puig y Alex Wood, parece que deberán aguardar al menos una zafra más para intentar recuperar parte del estatus que los acompañó al final de la década de los 80 e inicio de los 90’.
Por su parte, los Piratas de Pittsburgh, lucen como la escuadra más débil del apartado, con muy escasas opciones de trascender.
Al otro lado de la nación. En el Oeste todo está más parejo. Dilucidar un claro ganador al final de la ronda regular no es una labor fácil y menos con el florecer de un equipo de los Padres de San Diego, al que la contratación del estelar Manny Machado lo colocaron en el radar de los favoritos, pese a la poca experiencia de la mayoría de sus jugadores que completan la plantilla.
Los Dodgers, campeones de la Liga Nacional en los dos torneos previos, padecieron la perdida de figuras de renombres y que en el pasado reciente tuvieron matices de importantes, lo que supone que ya no son aquel equipo invencible que se percibía campaña tras campaña. Sin embargo, el aprendizaje obtenido en los dos subcampeonatos de 207 y 2018 es una carta que pueden usar a su favor para intimidar a sus contrincantes.
Los Cascabeles de Arizona no se quedan atrás. Llevan tiempo intentando armar una tropa calificada para catapultarse nuevamente en el desierto, tal y como lo hicieron a inicios de siglo (2001), y la venidera zafra se torna como una buena oportunidad que no pueden desaprovechar.
A los Rockies de Colorado y a los Gigante de San Francisco, por su parte, solo les resta apostar por una debacle de sus otros tres acompañantes divisionales, para anotarse en una potencial segunda fase a la que ya llegarían ya con estatus de sorpresa.