Los jugadores del Barcelona, durante el tiempo que dure el confinamiento, están siendo controlados diariamente por los preparadores físicos, quienes elaboran un plan de trabajo personalizado semanal con el fin de mantener el cuerpo activo y como prevención de futuras lesiones, según el diario As.
Se trata de un trabajo básicamente de mantenimiento, con la mayoría de ejercicios inespecíficos, es decir, muy generales, y sin poder desplegar todas las necesidades que requiere el trabajo con un futbolista de élite.
Barcelona exige un fuerte control de peso
Donde sí está habiendo una exigencia y control máximo es a la hora de pasar por la báscula. Cada semana, el jugador debe reportar dos veces su peso al preparador físico que supervisa su trabajo.
Por ahora, los resultados están siendo más que satisfactorios: en líneas generales, los umbrales de aumento de peso en la plantilla estuvieron entre 0,6 y 1,5 kilos. Unos parámetros que se consideran correctos teniendo en cuenta que la plantilla lleva ya más de seis semanas en confinamiento.
De hecho, el listón que no pueden superar en ningún caso es el de dos kilos o más. Esta es una de las líneas marcadas en rojo cuando regresen los futbolistas a la Ciutat Esportiva.
Aumento en el porcentaje de índice corporal
También se espera un aumento en el porcentaje de índice corporal de grasa en torno al 0.3 y a 0.9%. En este caso, los cálculos son menos exactos ya que los jugadores no cuentan en su domicilio aparatos para calcular el porcentaje. Será una de las primeras pruebas que se les haga cuando se inicie la actividad deportiva.
En este apartado, un papel muy importante lo tiene la nutricionista del club, Toña Lizarraga, quien marcó una serie de pautas durante el tiempo que dure el confinamiento, como priorizar el consumo de proteínas y complementar la ingesta con batidos de frutas y verduras.
Otro de los desajustes que se están intentando reconducir es la disminución del rendimiento aeróbico que se empezó a detectar en las últimas semanas en algunos futbolistas. Esto implica directamente un descenso en la capacidad de resistencia del jugador.
Además, en el caso de los futbolistas más rápidos y explosivos se empezó a constatar una pérdida evidente en la capacidad de realizar esfuerzos repetidos en los últimos entrenamientos telemáticos así como una pérdida a la hora de absorber impactos por parte del tendón.