Para Masai Ujiri un notable nunca fue suficiente. El presidente de operaciones de los Raptors solo concibe la excelencia. Toronto acabó el año pasado con el mejor récord del Este en la NBA, pero fue aplastado por LeBron James en segunda ronda de los Playoffs.
Ante la disyuntiva de seguir siendo «solo» muy bueno, el nigeriano dio un salto de fe que ha generado sus réditos. Y es que los canadienses disputarán a partir del jueves la primera final de su historia luego de que Ujiri, uno de los ejecutivos más respetados de la NBA, lo apostara todo por un movimiento que cambió el panorama de la liga.
Toronto, bajo su mando, se había acostumbrado a acabar en la parte alta del Este y a avanzar en playoffs pero, una y otra vez, se encontraba con los Cleveland Cavaliers de James, una quimera imposible de vencer… pero no de sortear. Cuando LeBron decidió marcharse al Oeste con los Lakers, Ujiri lo vio claro: sin su némesis, era su momento.
Pero, para elevar a un gran equipo, debía tomar una serie de difíciles y controvertidas decisiones, costara lo que costara. Así, despidió a Dwane Casey, el mejor entrenador de la liga para sus homólogos en 2018, y traspasó al escolta DeMar DeRozan, posiblemente su mejor jugador y uno de los grandes ídolos de la historia de la franquicia, por un díscolo Kawhi Leonard, que solo había disputado nueve encuentros por lesión la campaña anterior con los San Antonio Spurs y que sería agente libre unos meses después.
Ujiri le entregó además las llaves del banco al «novato» Nick Nurse –uno de los asistentes de Casey–, enfadó a Kyle Lowry, amigo íntimo de DeRozan, y dejó perplejos a unos aficionados que no entendían el adiós de uno de los suyos por la incertidumbre de un futuro mejor.
Una temporada histórica. La campaña, llena de altibajos, presentó a un cuadro irregular, con un potencial casi ilimitado y cuyas aspiraciones reposarían en el indescifrable Leonard, famoso por desmarcarse de los estereotipos del resto de estrellas.
Discreto fuera de la pista y feroz dentro de ella, el alero compaginó actuaciones estelares con descansos espaciados que lo alejaron de la lucha por el premio al Jugador Más Valioso de la temporada.
Así, en los días previos al cierre del mercado de fichajes, Ujiri no lo vio del todo claro. Sus Raptors peleaban directamente por los puestos de cabeza en el Este junto a los Milwaukee Bucks, pero el ejecutivo sabía que las eliminatorias por el título eran una historia diferente. Que necesitarían más.
Toronto iba a enfrentarse presumiblemente a los Philadelphia 76ers del poste camerunés Joel Embiid o a los Boston Celtics de Kyrie Irving y el dominicano Al Horford.
Necesitaban ayuda por dentro y él decidió apostar por otro futuro agente libre para ganar también la batalla de las pinturas. El elegido fue el español Marc Gasol, que aterrizó procedente de Memphis para pegarse por dentro y anotar por fuera.
Futuro incierto. Con el mejor jugador defensivo en 2013 en sus filas, Toronto ya estaba listo para pelear con cualquiera. Primero pasó por encima de los Orlando Magic (4-1) antes de verse las caras con unos peligrosos Sixers.
Y, cuando la adversidad llegó a sus niveles más altos, Leonard firmó uno de los lanzamientos más icónicos de la historia reciente de los playoffs al anotar sobre la chicharra la canasta de la victoria en el séptimo juego (92-90), luego de que la pelota golpeara el aro varias veces antes de tocar la red en unas milésimas de segundo que parecieron eternas.
En la final del Este, el griego Giannis Antetokounmpo, el poste de origen cubano Brook Lopez y el hispano-montenegrino Nikola Mirotic demostraron pronto por qué habían sido el mejor equipo de la liga con dos victorias en su feudo.
Kawhi entendió entonces que debía secar a Antetokounmpo, uno de los hombres más indefendibles de toda liga, para que los suyos tuvieran opciones. Y no solo lo frenó, sino que fue decisivo también en ataque para liderar a los canadienses a cuatro victorias en fila que los clasificaron a la primera final de su historia.
Ujiri, harto de ver esas series por televisión, realizó una serie de movimientos cortoplacistas que, pase lo que pase a partir del 30 de junio, ya han merecido la pena. Y estos jugadores, gracias a él, ya forman parte del Olimpo del deporte canadiense.