Santiago Bernabéu
Los jugadores del Shakhtar Donetsk participan en el entrenamiento del equipo en el estadio Santiago Bernabéu, en Madrid, en la víspera del encuentro del grupo F de Liga de Campeones ante el Real Madrid. Foto: EFE/ Rodrigo Jiménez

El fútbol será muy diferente a partir del funcionamiento total del nuevo estadio Santiago Bernabéu, una inauguración que se producirá al final del próximo verano. El concepto del negocio del balompié vivirá una revolución con el Real Madrid como ariete de un cambio general. Será el punto de partida para que muchos otros clubes intenten hacer la misma operación. El coliseo de Chamartín se convertirá realmente en un centro multiusos que estará abierto al público durante 18 horas diarias.

Será el epicentro moderno de Madrid, el meeting point de la capital, un centro de encuentro, un centro lúdico, un centro de ocio, un centro de comida y bebida, un sitio de tardeo y de quedar por la noche, mientras el terreno que ocupa actualmente el césped se transformará en una sede de actos, convenciones, reuniones, conciertos, fiestas y celebraciones, de tal manera que el fútbol, el origen de la leyenda del Real Madrid, pasará a ser un factor secundario en la ocupación periódica del estadio. De hecho, el primer equipo de fútbol juega allí únicamente un promedio de veintiséis días al año. El resto de fechas, 340, era un sitio mal aprovechado. Ahora viviremos el mundo al revés. El fútbol será el broche excepcional de un estudio de negocio ajeno al balón.

En la casa blanca analizan con un realismo no exento de humor que la remodelación del Santiago Bernabéu será tal que el club deberá de pedir hora y permiso para poder jugar allí. Es una manera de decir que, si no hubiera fútbol, el campo estaría ocupado los 365 días del año con otras fuentes de negocio.

Pero nadie se engaña, el enorme atractivo del Santiago Bernabéu es y será la legendaria trayectoria del Real Madrid. Allí se encuentra la sala de trofeos más importante del mundo, donde se pueden presenciar en directo las finales de Champions ganadas por la entidad. Los éxitos de los equipos de fútbol y baloncesto son la base del emporio futurista que la empresa levanta ahora en su sede tradicional, esa que Santiago Bernabéu de Yeste comenzó a construir en 1943.

Santiago Bernabéu se sentiría orgulloso si viera la obra que se erige hoy sobre esos terrenos que él eligió a las afueras de Madrid para hacer el estadio de Chamartín. Entonces le llamaron loco por realizar un campo de fútbol en medio de huertas y melonares. Mañana será el sitio más importante de Madrid. Quien acuda a la ciudad y no vaya al Bernabéu será como si no hubiera estado.

Un estadio que será una imagen constante de marketing de la marca Real Madrid. Si acuden hoy al Bernabéu verán cómo se están colgando las placas de color aluminio por los cuatro lados. Esos paneles ofrecerán información diaria del club y de sus equipos con fotos, videos y textos. Se transformarán en un periódico para que los seguidores estén puntualmente enterados de todo simplemente con mirar al campo. Podrán ver goles y jugadas. Si Santiago Bernabéu levantara la cabeza se sentiría muy orgulloso, sí. Contigo, con él, empezó todo, ayudado por Rafael Salgado, presidente del Banco Mercantil e Industrial, el único banquero que tuvo el valor de permitir en 1943 que los socios madridistas suscribieran bonos para poder pagar la obra. El resto de bancos se negaron. Sin ninguna ayuda estatal, ni local, y con una España destrozada por la guerra, Bernabéu, Salgado y aquellos socios levantaron el Bernabéu en el quinto pino. Ahora ese quinto pino será el centro de la ciudad, con una sede que hablará desde sus paredes a los seguidores. No es una película de Star Trek, es el futuro inmediato.


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