“Yo tengo que salir adelante. Me caigo y me tengo que parar al momento, porque tengo a mi hija ahí que me necesita”, aseguró Carmen Hernández, quien tiene una hija de 27 años de edad con parálisis cerebral.
En un callejón casi al final de la parte alta de Campo Rico (parroquia Petare, municipio Sucre), conocido popularmente como “el barrio Maldito”, al pasar unas escaleras de madera, que conectan la parte baja de la casa con la de arriba, viven Carmen y su hija Karina.
Karina dejó de caminar a los ochos meses luego de una caída que le empeoró su situación. Ahora, al entrar a su cuarto, está ella viendo al techo con la mirada perdida, sonriendo y agarrando la mano de quien la salude, sin ánimos de soltarla. “Habla poco, ciertas palabritas, no entiende las cosas que le dices”.
“Usa pañales, pero le estoy poniendo trapo porque no los consigo, y están demasiado caros”, precisó la madre de la joven para El Nacional Web.
Hernández aseguró que de un tiempo para acá ha sido “demasiado” para ella porque está sola con su hija y “no puede trabajar”.
Agregó que a pesar de comer tres veces al día, “la cosa” no es como antes y que ahora resuelve “pidiéndole a Dios”. Y aunque votó por el oficialismo “no recibe ayuda” de ellos. “Antes todo se solucionaba, vendía bollitos y solucionaba, pero ahorita no”.
“Llegó un momento en que en verdad no tenía para darle comida y yo le decía (a Karina): ‘Mami, no hay que darte ahorita nada, mi vida’. Mis vecinos gracias a Dios no me dejan, pero esa no es la idea”, dijo.
Carmen contó que compra la caja CLAP pero le dura solo una semana y media, luego debe empezar a “buscar” y a apartar su pensión “que ya no le alcanza”.
“Agarré ahora mis reales (de la pensión) y yo no sé que los hice porque me fui a comprar y quedé sin nada porque la situación es demasiado”, sentenció.
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