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Hambre y discapacidad: el golpe a una familia venezolana

por Avatar

“Nosotros estamos comprando comida de a poquito porque no hay mucho real para comprar suficiente. Yo era gordísimo y ahorita mira”, aseguró Justimiano Blanco, de 57 años de edad, quien es miembro de una familia de tres que vive en la localidad de Campo Rico, conocida popularmente como “El barrio Maldito”, ubicado en el municipio Sucre, en el estado Miranda.

Calles empinadas, casas de bloques rojos y uno que otro afiche oficialista “visten” el sector. El hombre, que trabaja en el área de mantenimiento del terminal de Oriente, reside en una casa pequeña ubicada casi al final del sector.

En una repisa de la residencia reposa un altar con Santa Bárbara en el medio, un nacimiento al lado y varios santos desplegados a lo largo de la madera. Flores y una planta en envases reciclados acompañan la mesa.

Blanco tiene una hermana, Eli Margarita Guache Blanco, de 47 años de edad, quien es “discapacitada”. Sin embargo, Justimiano precisó  no saber exactamente qué tiene su familiar, pero destacó que había estado en «colegios especiales».

Su sobrina, quien no quiso revelar su identidad, intervino y dijo que su tía presentaba «un retardo mental».

Guache Blanco se sentó en una silla de mimbre con los tejidos desgastados para hablar con el equipo de El Nacional Web.

Su dificultad cognitiva le impidió que se expresara con claridad. Pero dejó claro que debido a una operación a la cual fue sometida recientemente, sentía dolor en la oreja y el ruido de la calle, “de los muchachitos”, la molestaba.

Su hermano destacó que debido a la crisis económica que atraviesa el país una vez al día, “dependiendo de lo que se compre”.

“Lo más rudo es la comida porque a veces para poder comprarla hay que hacer cola y se consigue más cara. No como antes, que era más barata. Ahora se compra lo que uno se gana en el trabajo y se mantiene uno al pie”, agregó Justimiano, que se agarraba las manos mientras hablaba.

El familiar de Guache Blanco destacó que reciben las cajas CLAP, pero cuando se les acaba usan “los reales” para comprar “lo que se pueda”.

“Ahora la situación es más difícil que hace un año porque antes se comía tres veces al día y se mantenía más la comida. Ahora no dura mucho y tenemos que salir a comprar para mantenernos y poder comer tres días”, añadió.