A Yauri, de 15 años, le queda el medicamento Prograf para 18 días. De esas dosis depende que su hígado, donado hace tres años por su tía, no termine de colapsar.
Yauri vive en una zona rural de Mérida. Se monta en moto día a días para ir a su colegio, pese a que el traslado en esas condiciones está contraindicado, pero no tiene otra forma de traslado. Los maestros y su psicólogo que la atiende en Funda hígado sugieren que haga todo lo posible por no perder un día de clases para evitar depresiones que empeoren su cuadro clínico. Quiere ser médico y darle esperanzas de vida a quienes padecen cirrosis hepática.
“Ella me dice que tengamos fe y que Dios nos ayudará y que nos suplirá el medicamento. Los médicos me dice que mueva cielo y tierra para buscar el Prograf, pero yo no tengo dólares ni como ir a Colombia para traer las medicinas”, cuenta su madre.
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