La hipertensión, o presión arterial alta, ocurre cuando la fuerza del flujo sanguíneo contra las paredes de las arterias es consistentemente demasiado alta. Esta condición puede tener graves consecuencias para la salud, incluyendo un mayor riesgo de enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y daños renales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que alrededor de 1.000 millones de personas en todo el mundo padecen hipertensión arterial, lo que equivale a aproximadamente 20 % de la población adulta mundial.
La hipertensión es a menudo referida como un «asesino silencioso» porque a menudo no presenta síntomas evidentes hasta que se ha desarrollado un daño significativo en el organismo.
La cardióloga, Joaquina Belchi Navarro, explica en TopDoctors que uno de los procesos que suele provocar la hipertensión es la arterioesclerosis o acumulación de colesterol en las arterias y las trombosis, provocando también los aneurismas.
«Así, la hipertensión debe controlarse, ya que puede conllevar enfermedades de gravedad y algunas potencialmente mortales como el infarto, el accidente cerebrovascular, insuficiencia renal e incluso alteraciones de la visión», aclara.
Factores de riesgo de la hipertensión
Existen varios factores de riesgo que pueden contribuir al desarrollo de la hipertensión. Uno de los principales es la edad. A medida que las personas envejecen, las arterias tienden a endurecerse y volverse menos elásticas, lo que puede aumentar la presión arterial.
Otro factor importante es la genética; si hay antecedentes familiares de hipertensión, las probabilidades de desarrollar la condición aumentan significativamente.
El estilo de vida también juega un papel crucial en la presión arterial. Una dieta alta en sal, grasas saturadas y colesterol puede contribuir a la hipertensión.
El exceso de peso y la obesidad son factores de riesgo significativos, ya que el corazón tiene que trabajar más para bombear sangre a través de un cuerpo más grande, lo que aumenta la presión en las arterias. Además, el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo pueden dañar las arterias y elevar la presión arterial.
El estrés es otro factor que puede influir en la presión arterial. Las situaciones estresantes pueden causar aumentos temporales en la presión arterial, y el estrés crónico puede contribuir a una presión arterial alta sostenida.
Las personas que no manejan adecuadamente el estrés a menudo recurren a comportamientos poco saludables, como comer en exceso, fumar o beber alcohol, que también pueden contribuir a la hipertensión.
El sedentarismo es un factor de riesgo significativo para la hipertensión. La falta de actividad física puede llevar a un aumento de peso, una reducción de la elasticidad de las arterias y un mayor riesgo de enfermedades cardíacas. El ejercicio regular ayuda a mantener un peso saludable, reduce el estrés y mejora la salud del corazón y los vasos sanguíneos, lo que puede ayudar a controlar la presión arterial.
Si no se controla adecuada y oportunamente, esta afección puede provocar una serie de problemas de salud graves, como enfermedades cardíacas y accidentes cerebrovasculares. Controlar la presión arterial requiere de una dieta adecuada, ejercicio constante, reducir el consumo de sal, limitar el consumo de alcohol y no fumar, entre otros.
Del riesgo a la prevención
Para prevenir la hipertensión, se recomienda realizar ejercicios aeróbicos de forma regular. Actividades como caminar, correr, nadar o andar en bicicleta pueden ser muy beneficiosas.
Estos ejercicios ayudan a fortalecer el corazón, mejorar la circulación y reducir la presión arterial. Se sugiere al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad vigorosa por semana, distribuidos a lo largo de la semana.
De acuerdo con expertos, los ejercicios de resistencia también pueden ser útiles para controlar la presión arterial. Levantar pesas o hacer ejercicios con bandas de resistencia puede mejorar la fuerza muscular y contribuir a un metabolismo más saludable.
Sin embargo, es importante realizar estos ejercicios de manera segura y gradual, especialmente para personas que no están acostumbradas a ellos.
Para Belchi también es importante «llevar una dieta equilibrada y saludable para el corazón, lo cual incluye que sea baja en sal y rica en frutas y verduras. Se recomienda evitar los congelados y platos precocinados que en general contienen mucho sodio y conservantes, y optar por los aceites vegetales como el aceite de oliva, así como ingerir pescado entre 3 y 4 veces por semana», dijo.
Prácticas como el yoga y la meditación pueden ayudar a reducir el estrés, uno de los factores de riesgo de la hipertensión. Estas actividades promueven la relajación y pueden disminuir la presión arterial a través de la reducción del estrés y la promoción del bienestar mental.
Incorporar una combinación de estos ejercicios en la rutina diaria puede ser una estrategia efectiva para prevenir y controlar la hipertensión, mejorando así la salud general y la calidad de vida.