Cuando acudimos a un profesional sanitario, buscamos una solución a nuestro problema, que puede ir desde una molestia, como un dolor de espalda, hasta algo más grave que requiera una intervención quirúrgica. Pero en función de quién nos atienda podemos obtener diferentes resultados, incluso si recibimos el mismo tratamiento.
De hecho, elementos ajenos a las técnicas o intervenciones terapéuticas pueden generar mayores beneficios que el propio tratamiento. Nos referimos a los llamados factores no específicos, entre los que se encuentra el famoso efecto placebo. Pero no es el único.
Cómo crear una estrecha alianza terapéutica
Desde hace más de treinta años, en el campo de la psicoterapia, la medicina y la fisioterapia se viene utilizando el concepto de “alianza terapéutica” entre el paciente y el profesional sanitario. Este enfoque incluye en su definición el vínculo afectivo entre ambos, el acuerdo de metas y objetivos y la relación de confianza y empatía. Las investigaciones demuestran que esa sintonía produce mejoras reales en el tratamiento.
¿Y qué debe tener en cuenta el profesional sanitario para afianzar esa alianza terapéutica? Puede resumirse en tres puntos:
1. Empatía. Ponerse en el lugar de la persona que acude a la consulta facilita encontrar una mejor opción de tratamiento, además de generar un mayor ambiente de confianza.
2. Comunicación centrada en la persona. Esto genera soporte emocional y permite mejorar el vínculo entre terapeuta y paciente. Se consigue mediante comunicación verbal y no verbal, planteando preguntas abiertas y practicando una escucha activa. Ya lo decía Epicteto: “así como existe el arte de bien hablar, existe el arte de bien escuchar”.
3. Uso del lenguaje. Este factor puede influir de manera tanto positiva como negativa. Utilizar términos biomédicos como “degeneración” o “desgaste” puede generar en el paciente una percepción negativa sobre su diagnóstico. El profesional debe buscar alternativas a ese tipo de conceptos y esforzarse en que se entiendan bien todas sus explicaciones.
El valor de las expectativas y el contexto social
Si se establece una buena alianza terapéutica, el paciente estará mucho más implicado con su recuperación, lo que puede mejorar los resultados. Pero hay otros factores no específicos a tener en cuenta.
En primer lugar, las expectativas personales pueden inclinar la balanza, aunque no siempre se tengan en cuenta a la hora de tratar una patología. Una manera de no defraudarlas es que el facultativo sea sincero y realista con respecto al pronóstico, argumentándolo con el mayor número de datos posibles.
También se conoce la influencia del contexto social en la percepción del dolor. Se ha podido observar que profesionales sanitarios como los fisioterapeutas pueden sentirse poco preparados para tratar pacientes que padecen dolor lumbar junto con problemas psicosociales que influían en su recuperación. La insatisfacción laboral, contar con poco apoyo social o tener problemas familiares pueden agravar esas molestias.
Aunque no siempre es fácil modificar estas condiciones, al menos hay que trabajar con la persona para que pueda tenerlas en cuenta durante el proceso de su recuperación.
Profesionales sanitarios y pacientes deben considerar esta perspectiva. En el contexto de una enfermedad o patología que produce dolor o supone una disminución de la calidad de vida hay que valorar que no solo el tratamiento va a hacer que mejore esta situación, sino que todo lo que la rodea puede ser igual o incluso más importante. Así que, si sufre problemas de salud, rodéese de personas que le traten bien y sepan escucharle y busque la mejor manera de informarse.
Daniel Sanjuán Sánchez, Fisioterapeuta y personal docente investigador en la Facultad de Ciencias de la Salud en Universidad San Jorge, profesor asociado en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia en la Universitat de Lleida. Miembro del grupo de investigación iPhysio, Universidad San Jorge y Carolina Jiménez Sánchez, Docente del Grado en Fisioterapia de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad San Jorge. Investigador Principal Grupo de Investigación iPhysio, Universidad San Jorge
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.