Una vacuna desarrollada por la bioetecnológica moderna con institutos nacionales de salud de Estados Unidos (NIH) generó una «robusta» respuesta inmunitaria al frenar la replicación del coronavirus en los pulmones y nariz de monos, según resultados divulgados el martes.
Esta es una de las dos vacunas occidentales, junto con la elaborada por la Universidad de Oxford con la farmacéutica australiana AstraZeneca, que comenzó a ser experimentada a gran escala. Estados Unidos invirtió casi 1.000 millones de dólares para apoyar las investigaciones.
Siete de ocho monos vacunados en este estudio y expuestos cuatro semanas después al coronavirus no habían registrado una replicación detectable del patógeno en sus pulmones dos días después, y ninguno de los ocho tenía virus en la nariz, según los resultados publicados el martes en la revista médica New England Journal of Medicine.
Científicos constataron que la vacuna administrada en dos dosis con 28 días de diferencia, no sólo genero anticuerpos contra el coronavirus, sino que también produjo linfocitos T, que son indispensables para la respuesta inmunitaria.
«Es la primera vez que una vacuna experimental contra el covid-19 probada en primates muestra su capacidad de producir un rápido control viral en las vías respiratorias superiores», dijo el NIH en una nota.
Los científicos notaron que la vacuna que desarrolla Oxford no logró efectos en la cantidad de virus en la nariz de los monos.
Reducir los virus en los pulmones tornaría menos agresiva la enfermedad mientras que la disminución de los que están en la nariz achicaría el potencial contagio de quienes rodean a la persona infectada.
Pero solo los ensayos en humanos que están en curso permitirán verificar si una u otra vacuna protege a las personas.
Para la vacuna de Oxford/AstraZeneca, los resultados podrían conocerse a partir de septiembre y desde octubre en el caso de la vacuna de Moderna.