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Universidad de EE UU resucitó más de 100 cerebros

Hasta 36 horas mantuvieron vivos a los órganos superiores, que fueron reanimados utilizando un sistema de bombas, calentadores y bolsas de sangre

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Dentro de las instalaciones de la Universidad de Yale, una casa de estudios norteamericana, se llevó a cabo una tarea impensable para muchos: despertar un cerebro. Esto, que puede sonar como una revolución para la comunidad científica, es para otros expertos un avance que podría llevar a los humanos a soportar un destino peor que la muerte.

En abril recién pasado, la institución ubicada en Connecticut anunció que había resucitado exitosamente más de 100 cerebros de cerdos sacrificados y que en ellos descubrieron células aún sanas.

Según explica Nenad Sestan, uno de los profesores en neurociencia que dirigen el estudio, el procedimiento se realizó utilizando un sistema de bombas, calentadores y bolsas de sangre artificial calentadas a temperatura corporal. Condiciones que habrían permitido mantener vivos a los órganos superiores hasta por 36 horas.

Aunque los porcinos no recuperaron la conciencia, el equipo admitió que es posible restaurarla y que los experimentos abrían la puerta a la posibilidad de que el cerebro humano se mantuviese vivo fuera del cuerpo. “Un infierno viviente”, aseguró a The Conversation el académico de la Universidad Nottingham Trent, Benjamin Curtis.

“Incluso si tu cerebro consciente se mantuviera vivo después de que tu cuerpo muriera, tendrías que pasar el futuro previsible como un cerebro incorpóreo en una cubeta, encerrado dentro de tu propia mente sin acceso al sentido que nos permite experimentar e interactuar con el mundo”, dijo Curtis. Y agregó: “En el mejor de los casos, pasarías tu vida con solo tus propios pensamientos para hacerte compañía”.

El experto en ética y filosófica señaló que “algunos han argumentado que incluso con un cuerpo completamente funcional, la inmortalidad sería tediosa. Sin ningún contacto con la realidad externa, podría ser un infierno”.

Frente a este escenario, el equipo de la Universidad de Yale señaló que no ha intentado restablecer la conciencia porque era un “territorio inexplorado” éticamente.

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