El choque entre Twitter y Donald Trump generó una rebelión de empleados de Facebook contra la reticencia de su primer ejecutivo Mark Zukerberg de sancionar tuits falsos o incendiarios del presidente estadounidense.
«Mark está equivocado y me empeñaré en la forma más firme posible para hacerlo cambiar de opinión», dijo en Twitter el director de diseño del hilo de noticias de Facebook, Ryan Freitas, y agregó que estaba organizando a otros 50 empleados que comparten su opinión.
La fuente de la discordia fue la decisión sin precedentes de Twitter de publicar en la cuenta de Trump un mensaje a los usuarios instándolos a verificar mensajes en los que el presidente consideraba fraudulento el voto por correo.
Zuckerberg reaccionó en la cadena FOX News. Declaró que las redes sociales privadas «no deberían ser el árbitro de la verdad de todo lo que dice la gente en la web». Trump retuiteó esa entrevista.
Twitter volvió a responder el viernes a un tuit de Trump en el que lanzó una advertencia a los manifestantes furiosos por la muerte a manos de la policía de un hombre negro que había sido detenido.
«Estos MATONES están deshonrando la memoria de George Floyd, y no dejaré que eso suceda. Acabo de hablar con el gobernador Tim Walz y le dije que el ejército está completamente a su lado. Ante cualquier dificultad asumiremos el control pero, cuando comience el saqueo, comenzará el tiroteo», tuiteó.
Twitter ocultó el mensaje con la advertencia de que hacía apología de la violencia. No obstante, los usuarios podían cliquear en esa advertencia y leer el tuit de Trump.
El mensaje fue también publicado en Facebook, pero Zuckerberg decidió mantenerlo intacto.
«Estuve todo el día pensando sobre cómo responder a los tuits y posteos (en Facebook) del presidente», escribió el viernes. «Personalmente tengo una visceral reacción negativa ante esa clase de retórica divisiva e incendiaria», añadió
Empero, afirmó, «nuestra posición es que debemos permitir tales expresiones en lo que sea posible salvo que generen el riesgo inminente de daños o peligros».
Conflicto en Facebook
Twitter y Facebook aplican sistemas contra la desinformación y contenidos peligrosos como, por ejemplo, la incitación al odio, acoso o violencia.
Sin embargo, Facebook exime de esas restricciones a personalidades políticas o candidatos.
La posición de Zuckerberg no es la de muchos sus empleados que recurrieron a Twitter y Medium para expresar su desacuerdo.
«No sé qué hacer, pero sé que es inaceptable no hacer nada», tuiteó Jason Stirman, miembro del equipo de investigación y desarrollo de Facebook.
Stirman expresó su «total desacuerdo con la decisión de no hacer nada con las recientes publicaciones de Trump quien claramente incitó a la violencia».
«No estoy solo en Facebook. No hay una posición neutral sobre el racismo»,agregó.
Otros funcionarios de Facebook también hablaron.
David Gillis, del equipo de seguridad e integridad de los contenidos, dijo que el tuit de Trump sobre los saqueos y tiroteos «fomenta la violencia extrajudicial y el racismo».
Nate Butler, diseñador de productos de Facebook, declaró: «En esto, Facebook está en el lado equivocado y no puedo apoyar esa posición. No hacer nada no es ser valiente. Muchos lo sentimos así».
Llamada presidencial
Para peor, los medios revelaron que Zuckerberg y Trump hablaron el viernes por teléfono.
La conversación fue «productiva», dijeron fuentes no identificadas a los medios Axios y CNBC. Facebook no confirmó ni desmintió esa información.
Esa llamada «destruye» la idea de que Facebook es un «árbitro neutral», dijo Evelyn Douek, investigadora de la academia de Derecho de Harvard.
Como otros expertos, cuestionó si la comisión de supervisión creada por Facebook el mes pasado tendrá fuerza para intervenir.
El sábado, esa comisión procuró ofrecer garantías sobre su tarea: «Tomaremos decisiones sin tener en cuenta los intereses económicos, políticos o de reputación de Facebook en forma transparente y de manera neutral».
Facebook, entretanto, está directamente afectada por el contragolpe de Trump a Twitter.
El presidente firmó el viernes un decreto que ataca uno de los pilares legales de la Internet en Estados Unidos y que deja a salvo de demandas judiciales a las plataformas ante publicaciones de terceros y les da la libertad de intervenir como quieran para vigilarlos.