Las relaciones sexuales son una parte necesaria y permanente de la mayoría de las vidas de los adultos. No sólo son necesarias para la reproducción humana, sino que también son placenteras. Al menos en la mayoría de los casos es así. Y más cuando se llega a un orgasmo.
La euforia, aquella sensación de júbilo y felicidad desmedida tiene su contraparte: la disforia. En el caso de las subidas de ánimo extremas que se experimentan al alcanzar el clímax, la respuesta química del cerebro es ocasionar bajones igual de fuertes. Como dice el refrán: todo lo que sube tiene que bajar.
Usualmente, se han asociado las escenas en las que, posterior al orgasmo, una persona rompe en llanto con las mujeres. Se cree que como las mujeres son seres más emocionales, por eso responden la intimidad con una de las grandes señales de un sentimiento sobrecogedor: las lágrimas.
Sin embargo, un estudio reciente de los investigadores Joel Maczkowiack y Robert Schweitzer, realizado con 1.200 voluntarios hombres, ha empezado a desacreditar esa noción. Se reportó que cerca del 41 % de los hombres que participaron del estudio habían experimentado esta disforia posterior al coito.
Además, Maczkowiack y Schweitzer se interesaron por reconocer que la DPC -las siglas que representan la disforia post coito-, podía presentarse por una diversidad de factores. Condiciones de salud mental preexistentes como la ansiedad o la depresión, historial personal de abuso sexual u otras disfunciones fisiológicas pueden ser causantes de este llanto.
Los hombres del estudio, publicado en la revista especializada ‘Psychology Today’, reportaron sentir vergüenza al llorar tras un orgasmo. A pesar de esto, la sexóloga Nayara Malnero explicó al diario AS que las lágrimas no solo vienen por una sensación de tristeza, sino que pueden deberse a la felicidad del momento.
¿Qué pasa en el cerebro cuando se llega al orgasmo?
Debido a la liberación de dopamina en el cerebro en el instante en que se alcanza el clímax, para contrarrestar el efecto eufórico que esta produce también se produce prolactina. Este químico es el responsable de que se genere una tristeza o depresión postcoital.
Si un cuerpo produce prolactina en exceso, puede generar pérdida de libido, sequedad vaginal en las mujeres e infertilidad en los hombres. A veces puede presentarse incluso tras la masturbación.
Realmente, las lágrimas después de un orgasmo no deberían ser motivo de vergüenza, pues es aparente que al menos la mitad de las personas lo han experimentado siquiera una vez.
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