*CIENCIA Y TECNOLOGÍA

«La pequeñez del ser humano no impide conocer universo»

por Avatar EFE

La fragilidad y la pequeñez del ser humano no ha sido obstáculo para «robarle secretos al universo y a la naturaleza» aunque aún surjan «diez incógnitas más de cada pregunta que logramos responder», explicó a Efe la astrónoma chilena María Teresa Ruiz, quien acaba de publicar “Hijos de las estrellas”.

El libro (Editorial Debate) trata sobre los orígenes del universo y del ser humano y está destinado a «cualquier persona curiosa» con el objetivo de «derribar las barreras que muchos levantan frente a estos temas por considerarlos muy complejos para ellos», dice su autora.

Con este fin, la astrónoma, presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, emplea un lenguaje claro y un estilo hablado pues se trata de una historia que le pertenece a todos.

Para Ruiz, el principal impulso para la evolución de la humanidad ha sido la curiosidad y la obsesión por preguntas que muchos consideran inútiles, pues «son esas preguntas sin beneficio inmediato las que mueven las fronteras del conocimiento».

La astrónoma, doctora en Astrofísica por la Universidad de Princeton (EE UU) precisó que el día que el ser humano deje de empujar los límites del saber «la humanidad desaparecerá».

La obra también ahonda en los métodos, técnicas e instrumentos empleados para investigar y postular las teorías astronómicas, herramientas que han sido, en ocasiones, «heredadas de tecnología desarrollada para fines bélicos» y adaptada para «mirar al exterior en lugar de hacia nosotros».

Para Ruiz, el principal reto de su obra no ha sido la divulgación de aspectos complejos o técnicos sino ser capaz de condensar y resumir tantos años de historia en unas páginas.

A lo largo de la obra, la autora se cuestiona en varias ocasiones si estamos solos en el universo, una pregunta difícil puesto que no hay evidencias.

“Ya que somos el producto de un proceso del universo sería raro que fuéramos los únicos», destacó.

Dicha afirmación hace referencia a las estrellas, cuyas explosiones «fabricaron mucha de la materia prima de la que está hecha la vida», por tanto, «se puede decir que casi todos los átomos del cuerpo tienen mínimo 4.500 millones de años».

Hasta que apareció el ser humano, explicó Ruiz, el universo evolucionaba basándose en las leyes de la física, y con el ser humano llegó la conciencia, aunque «quizá ésta es una fuerza no contabilizada del universo, como si éste hubiera desarrollado conciencia de sí mismo».

A su juicio, el libro demuestra al lector que «su vida y su historia comienzan mucho antes que su árbol genealógico».

«Ayuda a querernos un poco más, porque te das cuenta de que el universo ha trabajado mucho para crearnos», señaló.