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Los robots son el futuro de los medios y las empresas emergentes

Cada vez más se utilizan para hablarle a los humanos y crear contenidos. Con ellos se aspira a encontrar un modelo económico viable

Por AFP
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¿Y si los humanos prefirieran que los informara un robot? Algunos medios tradicionales y empresas emergentes ya utilizan los chatbots, unos programas informáticos que proporcionan información en línea, en forma de conversación lúdica, a un público conectado.

«¿Algunas veces has llegado a mentir a tus amigos?», pregunta Jam, con un emoticón al final de la frase, a sus amigos de Messenger, el sistema de mensajería de Facebook. Jam es un robot que cuenta historias para explicar la actualidad y divulgar cultura general. La pregunta le sirve de pretexto para hablar de la vida de Romain Gary, un escritor que mistificó a los círculos literarios franceses publicando varios libros con un pseudónimo.

Creado hace 3 años por una empresa emergente francesa, este chatbot media intercambia mensajes con unas 150.000 personas cada día, haciendo uso también de emoticones, memes y otros gifs, sobre cultura, bienestar, medio ambiente y sociedad. Como si se tratara de un amigo contando una anécdota, Jam puede hablar de su artista favorito o de los últimos estudios sobre las virtudes del desayuno.

El diálogo, si se le puede llamar así, se hace a través de cuestionarios de elección múltiple, en los que el robot hace las preguntas y las respuestas. «Dadas las posibilidades que ofrece esta tecnología, es el bot el que debe dirigir la conversación, y no al revés, porque si no se limita muy rápidamente», explica Marjolaine Grondin, cofundadora de Jam.

Algunos medios más tradicionales también han apostado por ello: utilizar a robots para hablarle a los humanos, a través de conversaciones escritas, previamente, por humanos. Es decir: utilizar los algoritmos como un intermediario entre internautas y redactores.

12 veces más clics

En ocasiones, la BBC integra esas cajas de diálogo en sus artículos para contextualizar temas complicados, bajo el modelo saber más. El grupo público británico programa también a robots temporales en Messenger, durante los períodos electorales, por ejemplo.

«Ofrecimos un curso exprés para entender el brexit que funcionó muy bien, con un elemento diario, sin hacerle perder el tiempo a la gente», explicó Grant Heinrich, desarrollador del News Lab, el equipo de innovación de la BBC. «Obtenemos mejores resultados con los robots que piden su opinión al público. Por ejemplo: ‘¿Piensa usted que  15%, 20% o 30% de la gente es alcohólica?’ Esto consigue duplicar el número de personas que llegan hasta el final de la conversación».

Gracias a esta forma de comunicar, la BBC ha podido crear audiencias a las que puede dirigirse después con informaciones locales, por ejemplo, el resultado de unas elecciones. «La gente que recibe nuestro boletín diario a través del chatbot da click unas 12 veces más de media que quienes reciben un correo electrónico», señaló Grant Heinrch.

Con Jam, Marjolaine Grondin aspira a encontrar un modelo económico viable para los medios, en un momento en el que la prensa tradicional está golpeada por la erosión de los ingresos publicitarios, trastornados por los gigantes de internet.

Rentable desde septiembre, la empresa emergente lleva a cabo encuestas para marcas o instituciones gracias a los datos de los usuarios anónimos y propone crear contenidos para Jam, además de desarrollar una actividad de marca blanca para los medios que quieran tener su propio chatbot.

«Orgulloso de mí»

Aunque muchos portales de información tengan chatbots, no todos le sacan el máximo partido. Esto es un error, según Emily Withrow, que dirige esta actividad en Quartz, un medio de información económica en línea.

Para ella, “un chatbot no es un medio para atraer público, sino un medio en sí mismo», dotado de sus propios autores y de contenido propio.

Desde el lanzamiento, en marzo de 2018, su equipo ha estado investigando qué prefiere el público y ha llegado a la conclusión de que a los lectores les gustan, sobre todo, los retos. Además de conversaciones eruditas e ilustradas sobre los insectos parásitos, los productores de contenidos se han especializado en proyectos como técnicas de meditación, la protección de datos o cómo hacer pan casero.

«Nos gustaría utilizar la inteligencia artificial para mejorar la proposición de contenidos apropiados para los usuarios, sin que éstos tengan que hacer el más mínimo esfuerzo», explicó Emily Withrow.

De momento, ha dejado de lado la difusión de contenidos a través de altavoces conectados. «Experimentamos un poco con Alexa, el altavoz de Amazon, pero la gente no tiene muchas ganas de escuchar voces robóticas», indicó, aunque no ha descartado completamente esa idea.

Pero todo el proceso debe ceñirse a una condición importante: la tecnología debe ser transparente, imperceptible, para que el internauta tenga la sensación de haber establecido una relación con el robot.

«La gente me dice: ‘sé que es tonto, sé que no es verdaderamente una persona, pero tengo ganas de que el robot esté orgulloso de mí, espero con impaciencia el momento de hablarle'», señaló Emily Withrow.

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