Los astrofísicos que estudian el espacio debaten sobre una de las más enigmáticas detecciones de los últimos años: un agujero negro tan grande que teóricamente «no debería existir».
Este posible hallazgo, que tiene desconcertados a los astrofísicos, surgió de información obtenida por los detectores de ondas gravitacionales LIGO y Virgo. Estos captaron recientemente la señal de un agujero negro masivo que se creía inexistente, informó la revista especializada Quanta.
Desde abril, LIGO y Virgo detectaron 22 destellos de ondas gravitacionales. Uno de ellos corresponde a un agujero negro tan masivo como 100 soles.
«La predicción es que no hay agujeros negros, ni siquiera unos pocos», en este rango de masa, le dijo Stan Woosley, un astrofísico de la Universidad de California, Santa Cruz, al medio. El investigador señaló también que esto no quiere decir que sea completamente imposible, porque «la naturaleza, a menudo, encuentra un camino».
Los agujeros negros son regiones en el espacio tiempo que resultan de gigantescas explosiones de estrellas conocidas como supernovas. Son tan masivas que ni la luz escapa a su gravedad.
Los supermasivos
De acuerdo con los cálculos actuales, aquellas supernovas en estrellas con un núcleo de entre 65 y 130 veces la de nuestro sol desaparecen por completo en lo que se conoce como supernova de inestabilidad de pares. Esto quiere decir que teóricamente no debería haber agujeros negros con masas en el rango de 50 a 130 masas solares.
La mayoría de los expertos cree que los agujeros negros detectados por LIGO y Virgo deben alcanzar 50 masas solares como máximo. Existen agujeros negros más grandes; son los formados en la etapa primitiva del universo. Se conocen como supermasivos, pero LIGO y Vigo no son capaces de detectarlos.
Es por ello que los astrofísicos están desconcertados por las señales que estos instrumentos detectaron.
Una posible explicación viene de la mano de Carl Rodríguez, astrónomo del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Rodríguez y un grupo de expertos consideran que es posible que se puedan haber formado agujeros negros tan grandes en cúmulos globulares. Estos son conjuntos esféricos de estrellas que orbitan el núcleo de una galaxia.
Rodríguez afirmó que en este cúmulo, gracias a las condiciones, un agujero negro de 50 masas solares podría fusionarse con uno de 30 masas solares. Luego, el gigante resultante podría fusionarse nuevamente. Una imagen similar a cuando un pez grande devora a uno más pequeño.
Esta fusión de segunda generación sería la que LIGO y Virgo podrían haber detectado.
«Esto realmente solo puede suceder en cúmulos», afirmó Rodríguez. Lo cierto es que los datos obtenidos por LIGO y Virgo darán mucho trabajo a los astrofísicos que trabajan en agujeros negros, mientras que aún ambas entidades no han fijado posición oficialmente al respecto.