La frenética carrera para hallar una vacuna contra el covid-19 ha disparado el precio de las acciones en Bolsa de muchos laboratorios en el mundo, aunque jóvenes empresas innovadoras le están robando el protagonismo a los pesos pesados del sector.
Todavía no hay ninguna vacuna pronta para ser comercializada, pero hay 168 proyectos de vacuna en desarrollo, según la OMS, de los cuales muchos lo impulsan las jóvenes empresas biotechs.
Un ejemplo emblemático es la estadounidense Moderna, que desarrolla uno de los proyectos más avanzados, pues está en fase 3, es decir, en ensayos clínicos en humanos, la última etapa antes de su comercialización. Tras subir 250% sus acciones, la empresa está valorada en cerca de 30.000 millones de dólares en Wall Street.
Los competidores no se quedan atrás: 350% y 3.580% para las compatriotas Inovio y Novavax, 103% para la alemana BioNTech.
Otros llaman a la puerta de la Bolsa: el sector ha captado más de 9.000 millones de dólares este año en Wall Street, según la agencia Dealogic. Algo nunca visto.
La alemana CureVac ya vale más de 10.000 millones de dólares después de su entrada espectacular el viernes en la Bolsa electrónica estadounidense de Nasdaq.
En comparación, las acciones de los grandes laboratorios como Pfizer, Sanofi o GlaxoSmithKline presentan un crecimiento menor. Pero valen mucho más: 219.000 millones, 128.000 millones y 101.000 millones de dólares, respectivamente.
Tasa de éxito improbable
El dinero corre a mares para las biotechs. Pero «varias de entre ellas han ido más allá de donde deberían estar realmente», dice Chris Redhead, analista financiero de salud para Goetzpartners.
«Lo que me preocupa es la reacción de los inversores que dan por descontada una tasa muy alta de éxito entre estas empresas y el hecho de que cada una se va a embolsar millones de dólares gracias a las vacunas», dice Daniel Mahony, gestor de fondos en la industria farmacéutica para la empresa Polar Capital en Londres. «Esto me parece simplemente improbable.»
En realidad, basta a veces con que haya resultados preliminares positivos en un candidato a vacuna para ver el precio de las acciones dispararse.
Pero «en un escenario clásico, y una pandemia no es diferente, las probabilidades de que una vacuna pase sin problemas de la fase 1 al fin de la fase 3 son de en torno a 10%», recuerda Adam Barker, analista de Shore Capital.
Los gobiernos hacen «subir la competencia»
Muchos son los inversores que subrayan el efecto moda y la fuerte especulación en torno a las biotechs. Lo que cambia en esta ocasión, aseguran, es el grado de implicación de los gobiernos y de las fundaciones.
Mientras la pandemia ha matado a más de 770.000 personas y hundido la economía mundial, los Estados desarrollados gastan cientos de millones de dólares de subvenciones para las empresas y encargan enormes cantidades de potenciales vacunas.
Para Moderna, por ejemplo, papá Noel llegó de manera anticipada cuando Estados Unidos decidió invertir 2.480 millones de dólares, entre la investigación y el encargo anticipado de dosis.
«En tiempos normales, una empresa del sector farmacéutico desarrolla la cadena de producción cuando dispone de la autorización para su vacuna, ya que cuesta muy caro. Con millones de dólares sobre la mesa, esto hace las cosas más simples», subraya Daniel Mahony.
Al invertir fuertemente, los gobiernos «aumentan la competencia entre los pequeños y los grandes», agrega, justificando en parte la subida en bolsa de los primeros.
Los grandes grupos establecidos como AstraZeneca y Johnson & Johnson quieren comercializar su potencial vacuna a precios de costo durante la crisis, lo que limita su avance en Bolsa.
Aceleración del ritmo de investigación
Las importantes cantidades inyectadas en las empresas innovadoras permitirán no obstante avanzar en otros muchos campos: «las enfermedades infecciosas o la próxima generación de vacunas por ejemplo», apunta Chris Redhead.
Otro factor alentador es la aceleración del ritmo de la investigación.
«Tradicionalmente, se necesitan entre 10 a 15 años para desarrollar una nueva vacuna. En este momento, hay empresas que están realizando ensayos en fase 3 seis meses después de la llegada de la pandemia a Estados Unidos», observa Andy Acker, gestor de fondos y especialista en biotecnología en Janus Henderson.
No obstante, las biotechs siguen siendo inversiones de riesgo.
«Cuando se compra una biotech, compramos una especie de boleto de lotería», dice Gregori Volokhin, gerente de la cartera para Meeschaert Financial Services en New York. «Siempre habrá inversores que traten de dar el gran golpe. Ocurrió lo mismo con la burbuja internet, con la energía solar, el coche eléctrico y ahora con el covid-19», agrega.