Los ratones que crecen en entornos estimulantes no solo se vuelven más inteligentes y curiosos sino que también son más propensos a desarrollar personalidades individualizadas, mostró un nuevo estudio el miércoles.
Estas diferencias de comportamiento quedan impresas en sus genomas y permanecen incluso cuando son devueltos a jaulas estándar, lo que indica que las experiencias tempranas pueden tener beneficios duraderos para sus cerebros.
Gerd Kempermann, profesor del Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas de Dresde, dijo a la AFP que la investigación podría tener implicaciones para la crianza humana.
Kempermann es el autor principal de un artículo que describe los hallazgos en la revista Science Advances.
El equipo diseñó un sistema de jaulas ampliado compuesto por 70 compartimentos interconectados dispuestos en 7 niveles.
Este «entorno enriquecido» contenía equipos diseñados para inspirar el juego, incluidos juguetes de plástico, túneles y escondites que se reemplazaban y reorganizaban cada semana.
Los ratones del estudio eran gemelos consanguíneos para controlar la variación genética.
Los investigadores tomaron ratones de 5 semanas de vida y alojaron a 40 de ellos en entornos enriquecidos durante 6 meses; a otros 40 en jaulas estándar durante 6 meses, y 40 más pasaron 3 meses en jaulas enriquecidas y otros 3 posteriores en jaulas estándar.
El cerebro de los ratones
Se les puso un microchip para registrar sus movimientos y finalmente se les sacrificó para analizar sus cerebros.
Los ratones que pasaron los seis meses completos en el entorno enriquecido tenían mayor propensión a explorar cuando eran adultos, y había entre ellos una gran variedad de personalidades individuales.
En el caso de los ratones, la personalidad se refiere a «diferencias de comportamiento relativamente estables», explicó Kempermann.
El equipo también observó que los ratones que pasaron tres o seis meses en el entorno enriquecido tenían más neuronas en el hipocampo, una parte del cerebro asociada con los recuerdos, el aprendizaje y las emociones.
El grupo que pasó del entorno enriquecido al estándar continuó mostrando altas tasas de exploración, aunque algunas de sus actividades se vieron disminuidas.
Cambios en los genomas
Los investigadores también descubrieron que los ratones que se habían mantenido en entornos enriquecidos mostraban cambios importantes en sus genomas.
Las moléculas conocidas como grupos metilo se habían adherido a regiones particulares del ADN en las neuronas del hipocampo, lo que altera la forma en que se puede leer el genoma e indicaba que algunos cambios de comportamiento se habían vuelto permanentes.
Esta podría ser una buena noticia en el contexto de las personas que tienen un evento traumático en la edad adulta, pero cuya infancia fue en general estable, dijo Kempermann.
En el viejo debate sobre la naturaleza y la crianza, los datos sugieren que proporcionar un buen entorno desde el principio puede tener un impacto permanente.
«Las personas no pueden cambiar sus genes pero pueden cambiar su comportamiento, por lo que es relevante saber cuál es la contribución de los factores no genéticos», dijo Kempermann.