Un reciente estudio publicado en la Revista Springer, en Suiza, advierte que el Síndrome de Apnea o Hipopnea Obstructiva del Sueño (Sahos), podría ser un factor de riesgo al contraer covid-19. Este síndrome consiste en la interrupción de la respiración mientras se duerme.
Es por esto que mantener bajo control médico los efectos de este síndrome puede ser beneficioso para disminuir los riesgos del virus.
La especialista broncopulmonar Maury Bracho, de Clínica Somno, en Chile, señala que «los episodios de apnea del sueño ocurren principalmente por una estrechez en la faringe. Esto puede producir un flujo turbulento, que desencadena ronquidos o que se obstruya el paso del aire durante el sueño».
Así, explica que la apnea del sueño, «sumado al covid-19, podría aumentar el desencadenamiento de otras enfermedades como hipertensión, arritmias cardiacas, infartos cardiovasculares, entre otros», advierte la especialista.
Según datos de 2009 de la revista CHEST, 88% de los pacientes con Fibrosis Pulmonar Idiopática padece de Sahos. Es por esto que los científicos plantean que los pacientes que han sufrido casos severos de coronavirus, se arriesgan a sufrir apnea del sueño producto de la fibrosis pulmonar efecto del virus.
«Este análisis pone en alerta el seguimiento y control de pacientes que han padecido coronavirus y que hoy puedan estar presentando trastornos del sueño. La apnea puede tratarse a tiempo evitando la aparición de nuevas enfermedades que empeoran la calidad de vida y aumentan el riesgo de generar problemas graves de salud», explica el médico.
Apneas o SAHOS
El Síndrome de Apnea se trata de pausas respiratorias que duran como mínimo 10 segundos, donde el flujo de aire se ve interrumpido por completo. Puede alcanzar incluso los 60 segundos de duración y genera graves consecuencias para la salud.
Además, si las apneas son muy frecuentes, la persona afectada estará buena parte de la noche con bajas concentraciones de oxígeno en la sangre. Esto afectará su calidad de sueño.
Este patrón se puede repetir desde 5 a 30 veces durante toda la noche, lo que puede superar las 100 veces en casos severos.
Esto dificulta la capacidad de alcanzar las etapas profundas y reparadoras del sueño, y pueden conllevar complicaciones secundarias.
Sin embargo, el síndrome es fácil de diagnosticar y generalmente el paciente responde de manera positiva al tratamiento.