Pocos podrían imaginar que el director de una gran tecnológica y un hacker» fueran protagonistas de una conferencia en el principal congreso de la lengua española, pero la inteligencia artificial se ha convertido en una amenaza que se cierne sobre el idioma español.
José María Álvarez-Pallete, director general de Telefónica, la empresa tecnológica más importante de España y Latinoamérica, y Chema Alonso, hacker de la compañía, advirtieron que es necesario tomar medidas para que nuestros hijos no acaben hablando como Siri o Alexa, los asistentes virtuales de Apple y Google.
El español es la segunda lengua nativa más hablada en el mundo, solo por detrás del chino mandarín, pero ya hay más máquinas dotadas de inteligencia artificial que personas expresándose en este idioma, recordó el director de la Real Academia de la Lengua Española, Ramón Muñoz Machado. Una tecnología que avanza a un ritmo vertiginoso, y de la que se espera una gran expansión en los próximos años, a pesar de que las máquinas ya comprenden mejor que los humanos. Mientras que nosotros somos capaces de entender 93% de lo que oímos, las máquinas ya están por 96%, y ya son mejores que los humanos en comprensión lectora.
Desde el año pasado traducen con más precisión, además de haber ganado concursos de debate, en los que no solo es necesario comprender, sino contextualizar y argumentar, recordó Álvarez-Pallete. Las máquinas comienzan a hablar entre ellas y crean lenguajes que son indescifrables para los humanos. Y como muestra un botón: Facebook desconectó a mediados de 2017 una máquina que había creado una variante del inglés que ni sus propios creadores entendían.
Como explicó el director de Telefónica, «las máquinas no son perfectas», por eso es necesario que las personas les pongamos limitaciones, ya que no están codificadas «línea a línea» para cumplir ciertas funciones, sino que aprenden unas de otras sin necesidad de mano humana. Aunque para aprender también se nutren de la experiencia de las personas. Los algoritmos de la red viralizan todo lo que escribimos y decimos más los humanos, muchas veces de forma errónea: «Es muy difícil o casi imposible escribir un imperativo en Whatsapp porque te lo corrige por un infinitivo», recordó Álvarez-Pallete.
Una búsqueda en Google da luz a su advertencia. «Decirlo de una vez» tiene 2,2 millones de coincidencias; «decidlo de una vez», 3.000. Tampoco se libran las palabras, explicó Alonso. Su equipo puso a examen las 93.000 palabras del diccionario de la RAE. El corrector de Word no reconoció 7.500, y el de Google, 8.700, «y no necesariamente las mismas», matizó el hacker. Las máquinas «por un lado viralizan los errores y por otro cercenan la riqueza del lenguaje», advirtió Álvarez-Pallete.
Las máquinas tampoco escapan al sesgo de género. Si en el traductor de Google se traduce del inglés al español «nurse», el resultado es «enfermera», mientras que si se pone «surgeon», nos da «cirujano». «En este momento la tecnología no es importante, porque ya está aquí, es imparable. Es el momento de las ciencias sociales, de las humanidades», explicó Álvarez-Pallete, un momento en el que la sociedad tiene que decidir «qué es lo que puede hacer la tecnología porque es socialmente aceptable, un mundo nuevo en el que las reglas se están por escribir», función que corresponde «a las personas y no a las máquinas». Además de comprender el lenguaje, las máquinas ya comienzan a «sentir», a entender el contexto, el tono con el que se dicen las palabras, aunque como destacó Alonso, no se sabe cómo. Y ahí es donde el español flojea. A pesar de su rico capital humano, el idioma que se impone en la tecnología es el inglés, y las principales empresas que desarrollan la inteligencia artificial están en Estados Unidos y Asia, un riesgo porque los designios del idioma no se decidirán en países hispanohablantes.
«El desarrollo de la inteligencia artificial va a traer como consecuencia inmediata una globalización de la cultura, proceso en el que el español no puede quedar relegado», ya que las emociones de otros idiomas no son las mismas que las del español, aseguró Álvarez-Pallete, quien firmó un acuerdo con la RAE para estudiar y mitigar este efecto.
Pero los dispositivos con inteligencia artificial ya se han colado en nuestra vidas. «Los niños ya comienzan a preguntar a Siri o Alexa lo que no han comprendido en clase. Si no hacemos nada los niños aprenderán más de las máquinas que de sus padres y profesores, por lo tanto naturalizarán esa comunicación», profetizó Álvarez-Pallete.