*CIENCIA Y TECNOLOGÍA

Excavar en antiguas colecciones

por Avatar EL NACIONAL WEB

Es común imaginar que un hallazgo paleontológico es el fruto de una prolongada excavación en terrenos minados de fósiles. Sin embargo, a veces se trata simplemente de abrir una caja que ha estado cerrada por décadas. Al menos eso fue lo que ocurrió para que se identificaran dos especies de perezosos del Mioceno halladas en tierras venezolanas, que fueron descritas recientemente por un equipo encabezado por el investigador Ascanio Rincón, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas.

La historia se remonta a 1972, cuando el científico estadounidense Bryan Patterson, de la Universidadde Harvard, vino al país para conducir estudios en el desierto de Urumaco, en el estado Falcón. Aquella recordada expedición permitió, entre otras, la identificación de la tortuga Stupendemys geographicus, que vivió hace aproximadamente 6 millones de años, conocida por ser una de las más grandes que se han descrito.

La expedición de Patterson se llevó a Estados Unidos un grupo de fósiles que regresó al país más de 30 años después. En una de esas cajas, que pertenece a la colección del Museo de Ciencias, Rincón encontró los dos huesos de fémur que permitieron identificar alUrumacocnus urbanii, animal que llegó a pesar 126 kilos, y al Pattersonocnus diazgameroi, que alcanzó los 185 kilos.

Eslabón perdido. Para explicar la importancia de esas especies que rondaron por el territorio venezolano hace aproximadamente 11 millones de años, Rincón describe su filiación a grandes rasgos: pertenecen al superorden Xenarthra de los mamíferos, el mismo en el que se inscriben, además de los perezosos, los cachicamos y los osos hormigueros. Asimismo, forman parte la familia de los Megalonychidae, que entre sus rasgos tienen dientes anteriores semejantes a los caninos de los perros.

“Los perezosos se originaron en Suramérica y por 65 millones de años evolucionaron de forma independiente hasta que hace aproximadamente 3 millones de años se elevó el istmo de Panamá y permitió un corredor de fauna entre el norte y el sur del continente”, explica.

Los huesos con los que se toparon, añade, tenían unas características únicas, como por ejemplo su forma cilíndrica, que les hizo inferir que no pertenecían a familias conocidas.  Una de las mayores sorpresas de este hallazgo, que fue publicado en Journal of Systematic Palaeontology, fue encontrar que el Urumacocnus urbanii parece ser el “eslabón perdido” entre los perezosos del continente y los que han encontrado en las antillas. Gracias a las tierras que emergieron por los movimientos geológicos de hace 45 millones de años, la especie pudo moverse hacia esos territorios. Esto convierte a estos fósiles en una clave “para entender el origen, las rutas migratorias y la evolución de esos animales”.

Secretos por descubrir

La crisis económica ha obligado a los investigadores a buscar formas diferentes para continuar produciendo ciencia. En el caso de la paleontología, el investigador Ascanio Rincón, del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, señala que la falta de recursos para los trabajos de campo los ha obligado a buscar en las minas que están escondidas en las colecciones de La Salle, de universidades como la Central de Venezuela o la Simón Bolívar, del IVIC o del propio Museo de Ciencias, de donde espera que salgan nuevas respuestas a viejas incógnitas.